Por lo general, casi toda nuestra actividad resulta de la toma de decisiones: desde las más simples a las más complejas. Asumimos decisiones netamente individuales y también como personas que forman parte de una organización; por su lado, las asociaciones, como tales, adoptan decisiones.
Todos los procesos que ocurren desde que alguien elije una variedad para cultivar, hasta que ésta es comprada como parte de un producto por el consumidor final, constituyen el resultado del funcionamiento de una organización o sistema, del cual formamos parte en algún nivel, como un eslabón de la cadena, como subsistema dentro del sistema, subsistemas que se integran entre sí, horizontal y verticalmente.
Toda organización requiere de objetivos y de trabajo para existir como tal. Para no desorganizarse, para que el sistema no aumente su entropía y se desintegre. Y para desarrollar nuestra actividad y determinar nuestros objetivos, debemos tomar decisiones.
¿Sobre la base de qué las tomamos?
Sobre la base de información.
La información se compra, se vende, se roba, se oculta, se presenta en forma subliminal, se manipula, se transforma, se archiva, se publica, se negocia, pero previamente debe ser generada, registrada, sistematizada, categorizada según su impacto en las actividades y objetivos.
¿Y quién es el que hace ese trabajo, y en qué nivel de la organización?
Ésa, creo yo, es la primera pregunta del millón. Cualquier organización debe generar información válida para lograr sus objetivos, fundamentada en la propia experiencia de su actividad, en la investigación propia y también seleccionando fuentes de información externas, y hacer accesible dicha información para quienes tomarán decisiones, sean éstas del ámbito que sean.
Cuanto más complejo el sistema, tanto el flujo de información vertical como el horizontal se vuelven determinantes tanto de la eficiencia del mismo, como de su evolución.
Considerando al sector florícola, ¿cuándo, y en qué punto, la información deja de ser solamente un factor de ventaja sobre la competencia, para transformarse en una herramienta para mejorar el funcionamiento y la integración del sistema? La segunda pregunta del millón. Y la decisión más difícil, pero sin duda, una de las de mayor impacto. Porque quien no toma decisiones correctas oportunamente y sobre la base de información válida, se equivoca. Pierde. |