La noticia de un gran problema económico mundial, con las consecuencias desagradables anunciadas por los diferentes medios de comunicación, ha logrado que no pocas personas padezcan de diferentes malestares físicos, ligados a la emoción, al sentimiento de desprotección ante decisiones fuera de su alcance, que cambiarán su vida o, al menos, ésa es la sensación emocional y corporal que se padece.
No es posible controlar el mercado mundial, pero sí podemos controlar la respuesta que damos a los diferentes acontecimientos. Si dejamos nuestro sentir, el hacer y el decir, en manos de la noticia desesperante que nos acercan los medios, poco tiempo estaremos en este hermoso planeta.
Hay una gran competencia entre las diferentes empresas de comunicación para ofrecer la noticia más impactante, la primicia, sin cuidar al receptor y sin tomarlo en cuenta. De esta manera, incluso se producen, en algunos casos, infartos, pánico, miedos profundos. Hay tanta información sobre la crisis económica que, en vez de informarnos, nos desinformamos ante la inundación de mensajes sobre el tema: esto tiene por resultado una ansiedad difícil de controlar.
Cuanto mayor es el problema, más calmado hay que estar, tratar de acostarse en un sitio cómodo, cerrar los ojos y decirnos: “Estoy bien, quiero escucharme, saber qué me pasa”. Debemos oír los miedos, esos temores que nos acompañan cuando sentimos que nos dejan solos en un callejón estrecho, lleno de datos y ninguna salida.
La solución, ante una noticia desesperante, depende de cada persona, de su historia de vida. Aunque no está nada mal comenzar a ver qué medios, qué empresas, qué personas son creíbles o no: una noticia no debe ser la causante de un problema de salud.
A lo largo de un día, recibimos tantas noticias angustiantes que aun me pregunto, cómo logran algunos audaces abrir la puerta de sus hogares y salir al mundo.
La respuesta es que hay que tener un momento total de confianza en uno mismo, para afrontar hechos impredecibles con finales inciertos.
Desde una crisis económica hasta enfermedades que no podíamos prever (dengue, fiebre amarilla, leishmaniosis, cólera y más…) llegan a nuestro hogar por medio de la radio y de la televisión, por los medios gráficos, o también, a través de los miedos comentados, o, quizá, por haber sufrido alguna de ellas, y el horror —amigo de la ansiedad— se instala en nuestro sistema.
Y por esto, es importante:
- Una vez al año, a pesar de no padecer ninguna enfermedad, debemos realizarnos un control médico a través de un chequeo general.
- Procurar dormir, comer y beber sanamente, con tranquilidad.
- No invadir el espacio de otra persona y no hacer al otro lo que no toleramos que nos hagan a nosotros.
- Colocarnos límites en la búsqueda de información, el abuso no es tolerado por nuestro cuerpo.
Debemos ayudar a nuestro organismo a encontrar su equilibrio natural. Hay que parar la carrera por ganarle minutos a la vida, es una utopía. La vida nos regala minutos pero nunca, alguno de sobra. Pensemos cómo los usamos y en manos de quiénes los dejamos. |