Los frutos no sólo cumplen la función de alimentar a distintos seres vivos del reino animal, sino que también desempeñan un papel importante en acciones tales como contener y proteger las semillas, y, asimismo, contribuyen a la dispersión de ellas.
El fruto es el ovario maduro fecundado de las plantas con flor (angiospermas). Los frutos pueden clasificarse en dos grupos: los “secos”, cuyos pericarpos son delgados, y los denominados “carnosos”, que son los que acumulan sustancias alimenticias para las semillas.
Una de las causas de la evolución de las plantas y la razón por la cual no sólo se las encuentra en un único lugar, sino en varios sitios, es la dispersión misma.
Hay distintas formas de llevarla a cabo:
• Autodispersión: la planta presenta un mecanismo para la propulsión del fruto o semilla. Autocoras. Por ejemplo, el género impatiens presenta un mecanismo balístico para la propulsión de las semillas.
• Agua: el fruto es dispersado por corrientes de agua o lluvias. Hidrocoras. Es el caso, por ejemplo, del coco.
• Viento: las semillas son de tamaño reducido o poseen algún tipo de adaptación, ya sea alas o pelos. Anemócoras. Ejemplo: el diente de león.
• Animales: los animales de forma voluntaria o no, las dispersan de distintas manera: por ingesta o por transporte externo. Zoocoras.
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