|   En la actualidad, se hace muy difícil pensar  la vida sin envases y embalajes, ya que sería casi imposible que la mayoría de  los productos comercializados fuesen distribuidos, hasta llegar a los  consumidores, prescindiendo de ellos. Por consiguiente, la selección de un envase  adecuado nos permite entregar el producto en perfectas condiciones de calidad  al consumidor y, al mismo tiempo, posibilita su identificación. Existen dos razones que se podrían esgrimir  para envasar un producto. La primera podría ser denominada razón práctica  o técnica: el  producto debe protegerse en su recorrido desde el productor hasta el consumidor;  es decir, el envase es el único que le asegura al producto la calidad de  origen. La segunda sería la razón comunicativa o  mercadológica: el  envase puede llegar a convertirse en el único elemento diferenciador de la  competencia, entra en contacto con el comprador, antes que el propio producto. Debido a los avanzados medios de transporte,  sistemas de distribución y formas de venta al público, el envase debe cumplir  un objetivo imprescindible; en otras palabras: proteger los productos para que  resistan el transporte, el almacenamiento y manipuleo al que estarán sometidos  desde el sitio de fabricación, a través de los distintos actores de los canales  de distribución, hasta el consumidor final.  Desde su producción hasta el destinatario  final, el producto se expone a distintas solicitaciones y riesgos capaces de  afectar su calidad, provocando pérdidas de distintos tipo. Con el propósito de  minimizar estos perjuicios, es importante conocer perfectamente la cadena de  distribución y desarrollar los envases y embalajes más adecuados para  permitirnos garantizar la calidad de los productos. Estas  solicitaciones y riesgos a que suelen exponerse nuestras cargas (producto-envase-embalaje-otros)  durante su distribución física pueden ser divididas en función de su origen: 
                                    Físico-mecánicas (dinámicas y estáticas).Climáticas.Químicas.Biológicas.Otras. Existen  algunos productores que son conscientes de estas solicitaciones y riesgos;  mientras que otros los desconocen o no les dan la importancia que merecen.  Una  inadecuada selección del sistema se puede traducir en: 
                                    Mayores costos. Disminución de beneficios. Pérdida de calidad. Pérdida de producto. Pérdida de imagen. Pérdida de clientes. Pérdida de mercados.  En este  contexto, contar con un envase/embalaje integrado con el desarrollo de los  productos es imperativo para garantizar el uso del mejor sistema, en función de  los riesgos o solicitaciones del entorno de la distribución. Desde el momento en que  las flores son recolectadas, se inicia su deterioro natural, que llevará hasta  la pérdida del producto en un corto período de tiempo, de no mediar alguna  forma de protección. Todos los productos de origen vegetal mantienen sus  procesos metabólicos tras la recolección. La fotosíntesis se reduce y  prácticamente se detiene en ese tiempo, pero los procesos de respiración siguen  activos. El resultado final de los  procesos metabólicos de envejecimiento será la degradación de la calidad del  producto y su inutilización. Por otra parte, en general, como consecuencia de  las reacciones de senescencia, el producto vegetal se debilita y puede ser  objeto de ataque por parte de microorganismos de todo tipo.  Como consecuencia de su  rápido deterioro, un envasado adecuado es esencial para mantener la calidad  durante su transporte y comercialización. No tendría sentido comercializar  producto de la máxima calidad y alto valor en envases inadecuados, que  conducirían a la rápida aparición de daños y, en consecuencia, el rechazo final  del producto por parte del consumidor. A su vez, la gran variedad  de productos con distintas características físicas y mecánicas de deterioro  hace difícil pensar en una solución única para su envasado. En principio, hay  que formular una serie de consideraciones con respecto a las necesidades  básicas de estos bienes. En su conjunto, las flores  son productos voluminosos, no uniformes y de características geométricas muy  dispares. Son generalmente frágiles y se alteran sensiblemente con los daños  físicos, acelerando sus mecanismos de deterioro. Es necesario, por tanto, la  protección contra daños mecánicos. Básicamente, pueden considerarse: heridas, deterioro  por compresión, por impacto y abrasiones. Cada tipo de daño es consecuencia de  diferentes ocasiones en su manipulación, almacenamiento y transporte. Las flores liberan agua y  se deshidratan con facilidad. La velocidad de deterioro aumenta, en general,  con la temperatura, si bien para algunos productos la reducción de la  temperatura al nivel de refrigeración puede ocasionar un tipo de daño conocido  como daño por  frío. Con estas consideraciones,  se entiende fácilmente que las discusiones sobre el sistema  producto/envase/embalaje/entorno de distribución física debe hacerse  específicamente para cada producto a comercializar. La conformación de este sistema no debe ser  vista como una actividad aislada, para su desarrollo se debe tener una visión  global de todos los aspectos que interaccionan en él, a fin de obtener el procedimiento  más adecuado y beneficioso para la empresa. |