La pérdida de plántulas en los almácigos es una patología muy frecuente. Según los distintos autores, se denomina “mal de los almácigos”, “mal del tallito”, “enfermedad de la plántula” o “ahogamiento de plántulas”. En inglés, se denomina damping-off, término que está bastante difundido entre productores y técnicos de habla hispana.
Los almácigos pueden ser destruidos totalmente en pocos días, dada la susceptibilidad de los tejidos tiernos de las plantas, la agresividad de los microorganismos que causan la enfermedad y el particular ambiente húmedo que acompaña el inicio de los cultivos, sobre todo, en invernaderos. En general, los síntomas se observan en “manchones”, es decir, áreas en las cuales se origina la enfermedad, que se extienden rápidamente en forma radial.
Es una enfermedad que afecta potencialmente a todos los almácigos, ya sea iniciados mediante semillas o a través de algún órgano de propagación. Son especialmente damnificados los cultivadores de especies forestales, hortalizas y ornamentales. Su impacto económico radica no sólo en la pérdida del cultivo recién iniciado, sino en el retraso que eso implica en la producción, más los costos de una resiembra o reimplantación.
Existe un damping-off de preemergencia, en el cual las semillas o el ápice germinativo de las plántulas son afectados inmediatamente luego de la siembra, pudriéndose. Puede confundirse con fallas en la emergencia por bajo poder germinativo de las semillas, lo que se descarta fácilmente si se realiza una medición del poder germinativo previo a la siembra. El damping-off de postemergencia se observa como un reblandecimiento de los tejidos de la base de las plántulas (en la interfase talluelo-raíz). Cuando son afectados gajos o esquejes puestos a enraizar, éstos se pudren en su base.
En todos los casos de infección en la postemergencia o en el caso de gajos o esquejes, se observa un rápido amarillamiento y pérdida de turgencia de los órganos aéreos, seguido de vuelco y muerte; como consecuencia de la infección en la base de las plántulas, gajos o esquejes.
Esta sintomatología puede ser causada por diferentes géneros patógenos, que siempre corresponden al Reino de los Hongos u organismos afines. Entre los más frecuentes se pueden citar: Sclerotinia, Rhizoctonia, Sclerotium, Fusarium, Phytophthora, Pythium.
Es una enfermedad típica de los almácigos. Por ello, cuanto antes crezcan las plantas, más rápido escaparán de la enfermedad, al volverse resistentes sus tejidos. Si bien ocasionan síntomas prácticamente indistinguibles entre uno y otro, los agentes causales presentan morfología diferente, sólo identificable mediante observación microscópica y cultivo en laboratorio. Son microorganismos que pueden vivir naturalmente en los suelos o sustratos (alimentándose de la materia orgánica presente), o sobrevivir en ellos en un estado de resistencia o latencia.
La mayoría de los patógenos que pueden ocasionar damping-off son altamente polífagos. Es decir, son capaces de infectar especies vegetales muy diversas. Por tanto, en viveros, se recomienda enfáticamente no reutilizar el sustrato en caso de manifestación de esta enfermedad.
Estos hongos, entonces, pueden estar presentes en el suelo o en el sustrato del almácigo antes de la siembra o plantación. También, pueden ser transportados por la semilla. Se presentan otras formas posibles de dispersión a través del agua de riego, herramientas o macetas infestadas. También favorecen la infección las temperaturas que van de moderadas a altas, una elevada humedad del suelo/sustrato y del ambiente, y el pH ácido del sustrato.
Se debe evitar la manifestación de la enfermedad, ya que una vez declarada, es difícil de controlar. Por ello, siempre se sugiere extremar las medidas sanitarias antes del inicio del almácigo. El objetivo de las prácticas recomendadas se resume en las siguientes medidas: controlar la población de patógenos en el suelo o sustrato; evitar condiciones ambientales altamente conductivas para la enfermedad y favorecer un rápido crecimiento de las plántulas. No existen variedades de plantas resistentes a esta enfermedad. A continuación, se sugieren algunas medidas de manejo del damping-off.
• Mantener adecuadamente los invernáculos en los cuales se realizan los almácigos.
• Limpiar y desinfectar, antes de su uso, los cajones, marcos de madera, bandejas, estructuras de invernáculos, tirantes, macetas, etc.
• Elegir y preparar adecuadamente el sustrato para proveer drenaje, estructura, aireación, retención hídrica y nutrición apropiados para la especie, a fin de disminuir la susceptibilidad de las plantas y las condiciones de alta humedad conductivas.
• En un planteo de producción orgánica, utilizar sustratos con alto contenido de materia orgánica. En un sistema de producción convencional, se puede tratar el sustrato con vapor o productos químicos.
• Usar semillas o material de propagación sano, certificado o de origen conocido, para evitar introducir, por esta vía, patógenos en el almácigo. En un sistema de producción convencional, se pueden utilizar semillas tratadas con fungicidas.
• Asegurar una correcta aireación o ventilación del almácigo, para disminuir la humedad ambiente.
• Elegir una densidad adecuada de siembra o plantación para favorecer el movimiento de aire entre las plántulas y una mayor disponibilidad lumínica.
• Efectuar la siembra o plantación a la profundidad adecuada para cada especie, y con temperaturas óptimas, para asegurar la emergencia o brotación rápida de las plántulas.
• Realizar riegos moderados y con buena calidad de agua; es preferible regar en forma periódica y sin inundar los almácigos.
• Remover cuidadosamente las bandejas o cajones afectados, y retirarlos del invernáculo.
• Una vez detectada la enfermedad, su avance puede ser algo reducido, manejando los niveles de humedad de suelo y ambiente; por ejemplo, aumentando la temperatura del invernáculo, favoreciendo la circulación del aire y la ventilación, y reduciendo la frecuencia de los riegos.
• En un sistema de producción convencional, si las medidas mencionadas fallan, existen fungicidas que pueden ser efectivos al ser aplicados tan pronto como se observan los primeros síntomas. En lo posible, identificar rápidamente el agente causal, de manera de aplicar el fungicida más adecuado. Se recomienda leer atentamente el marbete, seguir las indicaciones de dosis y forma de aplicación, y manipular con extremo cuidado cualquier producto químico.
|