Los colores y los aromas son algunos de los indicadores sensoriales que aproximan a las personas al mundo de la naturaleza. Sin embargo, es posible que no se posea una correcta visión, por ejemplo, e incluso, que se carezca de ella, o que vaya perdiéndose durante el transcurso de la vida. Entonces, ante planteos que pueden vincularse a estas temáticas, nuestro grupo de estudio reflexionó y se planteó la posibilidad de diseñar un jardín que estimulara también los otros sentidos. De esta manera, nos interrogamos acerca de por qué no utilizar para ello la flora nativa. Tal vez hayan sido ésos, entre otros, los principales interrogantes que nos movilizaron a formular esta propuesta.
El Centro de Rehabilitación para no videntes adultos “Julián Baquero”, de la ciudad de Córdoba, fue el destinatario del jardín sensorial que diseñamos en forma especial para responder a las necesidades de sus alumnos: adultos que han perdido la vista total o parcialmente y aprenden a desenvolverse, en la vida cotidiana, con esta nueva condición.
Con el objetivo definido, se utilizaron especies autóctonas con la intención de valorizarlas, de reconocer su potencial paisajístico y de difundir sus usos posibles en espacios verdes didácticos no convencionales. Y una de las razones fundamentales está dada por las condiciones que caracteriza la flora cordobesa. Ciertamente, cuenta con especies dotadas de finas cualidades aromáticas, táctiles o sonoras, condiciones que permiten apreciar los jardines aun prescindiendo del sentido de la vista. Por y para ello escogimos y caracterizamos un grupo de árboles, arbustos, enredaderas y herbáceas, con follajes que exhalan espontáneamente, o al tocarlas, aromas mentolados, dulces, cítricos o acres; también floraciones perfumadas, frutos comestibles, sonidos producidos por el viento o por la dehiscencia natural de los frutos y las plantas con cortezas, frutos y hojas con texturas.
Tras entrevistas realizadas a educadores especiales y a personas no videntes que asisten al Centro, definimos las premisas de diseño y los criterios para la selección de las especies. Estos últimos se relacionaron con la percepción olfativa y táctil en principio, y degustativa y auditiva en segundo término. Escogimos, finalmente, aquellas especies que consideramos de mayor valor o de facultades más destacadas para la percepción de las personas ciegas. Asimismo, seleccionamos flora que presentara discriminación de caracteres para ser utilizada con fines didácticos y fuera apropiada para el cultivo en espacios verdes. A modo de ejemplo, citamos a continuación, algunas de ellas: chañar (Geoffroea decorticans), garabato (Acacia praecox), palo amarillo (Aloysia gratissima), jazmín serrano (Mandevilla laxa), suico (Tagetes minuta), peperina (Mintostachys sp.).
En cuanto a las premisas de diseño, planteamos la accesibilidad y los contrastes entre las masas vegetales claramente distribuidas. Las necesidades funcionales resueltas en el diseño fueron las siguientes:
• Jerarquizar el ingreso y la vista de los edificios desde la Avenida Rafael Núñez.
• Atenuar los ruidos y el viento en el espacio verde.
• Acondicionar y adecuar áreas para desarrollar las actividades de rehabilitación.
• Demarcar y acondicionar sendas con plantas disponibles para uso didáctico.
• Generar espacios de espera y recreación para ser utilizado por los acompañantes de los alumnos.
• Aportar plantas que sirvan para el uso en los talleres que se realizan en dicho instituto, por ejemplo, el taller de cocina.
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