Durante una charla entre familias que poseen empresas, negocios en común, es frecuente escuchar que la familia está trabajando en grupo: algunos con más o menos ganas que otros, pero están. Si les preguntáramos: ¿qué es la familia? y ¿qué es la empresa?, algunos dirían que es lo mismo o
“… somos una empresa familiar, estamos juntos, pasamos por todo juntos, donde uno cae el otro está ahí para cubrirlo en el negocio”.
Y está bien ayudarse, eso es valiosísimo. Pero ¿qué es la familia? y ¿qué es la empresa?
Veamos:
La familia tipo está formada por padre, madre e hijos. Mientras que al inicio, estuvo la pareja y se estableció una relación de a dos, con sus códigos.
Al nacer los hijos se formaron nuevas relaciones; es decir, la relación que:
- cada padre tiene con un hijo, y a la vez,
- la relación que tiene cada padre con todos sus hijos. Sumado al conjunto:
- de los dos padres con todos sus hijos a la vez. Y además,
- la relación de los hermanos entre sí.
Invito a graficar lo que expresé… ¿caótico? Diría que, complejo, delicado.
Si llevamos qué somos, quiénes somos, dentro del sistema familiar, a la empresa, podría darse el caso de que en vez de producirse el crecimiento, se generara el caos. Eso pasaría si la familia no tuviera claros los roles de sus integrantes en la empresa.
Supongamos:
- Que hay un padre que dicta leyes en su hogar, junto a su mujer (ella las institucionaliza, las implementa); los hijos obedecen, y, si protestan, según el caso y la casa, se generará la respuesta dada por los padres.
-¿Otro tipo de familia? Padres que todo lo dan, no hay límites; imaginemos ese cuadro en la empresa.
-Podríamos seguir con ejemplos: padres con peleas conyugales e hijos rehenes de la pelea…
No es un vínculo de trabajo sano el hecho de jugar el papel del padre, madre o hijo en la empresa. En ella, se debe ocupar el cargo por capacidad. En pocas palabras, hay que merecer ese puesto, y no, por ser el esposo, esposa o hijo de.
Así como en la familia se ayuda a crecer, debe darse en las empresas el lugar para que sus integrantes crezcan. Crecemos cuando sentimos que somos respetados, apreciados, nos escuchan y valoran.
Forma parte del crecimiento personal preguntarse: ¿por qué ocupo este puesto, en este lugar?
No es malo ingresar con mayor facilidad en la empresa, por ser integrante de la familia. Lo malo radica en no capacitarse para ejercer la función que nos han dado.
Lo ideal es que la familia incentive valores de respeto hacia el otro, sabiendo que todos son diferentes. Sin seguimientos ciegos a las órdenes de un padre o madre.
Si se respetan ideas, valores, trabajo; si la familia tiene roles definidos, pero no rígidos, en los cuales el padre, la madre, los hijos saben quiénes son, quién es el otro y qué esperar de la relación para el crecimiento de todos, ahí sí, decir que es lo mismo es comprensible. |