La violencia en las relaciones laborales atenta contra la integridad física y emocional de quienes la padecen. Muchas personas se han encontrado pensando en que, en algunas ocasiones, están no pocas horas de sus días con compañeros de estudios o de trabajo, y que no siempre se mantienen con ellos vínculos pacíficos.
En esos casos, nuestro cuerpo registra el malestar; sin embargo, si deseamos explicar qué está sucediendo, rara vez tenemos la certeza del motivo que dio origen a sentirnos desestabilizados. Y, además, la intranquilidad que experimentamos nos lleva a sentimientos de insatisfacción y temor.
En varias oportunidades, he escuchado un ejemplo sobre el tema: si tomas a una ranita, la metes en una olla y luego le agregas suavemente agua fría, al tiempo que colocas el recipiente sobre una llama, el animal no lo percibirá y será cocinado (y no lo sentirá). En cambio, si a esa rana le pusieras agua hirviendo, daría un salto e intentaría escapar.
Este relato nos muestra qué ocurre con las personas que son agredidas psicológicamente, de continuo, llega el instante en el cual sus defensas caen, su alerta se desactiva y están impedidas de ver el peligro que las rodea.
Aquellos individuos que descalifican a sus empleados, compañeros, a su familia, etc., van minando la autoestima del agredido, quien se convierte en presa del manipulador.
En caso de estar en un ambiente agresor, hay que buscar recursos nuevos, cambiando nuestra postura al dar las respuestas o al movilizarnos dentro del lugar. Al golpeador emocional le es más fácil apalear a quien está a la defensiva que a quien marca su territorio.
Una técnica que nos permitirá visualizar posibles soluciones al problema es la siguiente:
Supondremos que durante la noche, a través de un milagro, se resuelve el problema; es decir, desaparece. Entonces, a la mañana siguiente:
¿Qué verían mis compañeros?
¿Qué sería lo diferente que observaría yo, por efecto del milagro?
¿Cómo me daría cuenta de que el problema ya no existe?
¿De qué manera las personas que me rodean en los diferentes sitios en donde me relaciono, notarían que ya no está aquello que me molestaba?
Si se responden, una a una, las preguntas, con detalle, nos podrán iluminar un mejor camino. Un sendero diferente, sano, ya que nos alejará del círculo de la violencia.
Respecto de éste, recordemos que se desarrolla en tres etapas:
- Acumulación de tensión (enojos, críticas, poco importan las explicaciones).
- Episodio violento (gritos, golpes, descalificaciones, humillaciones).
- Luna de miel o reconciliación (se ofrecen disculpas: el agresor o agresora asegura que ya no volverá a pasar; impera la amabilidad). Esta etapa a veces ni siquiera se presenta, ya que se considera que el otro (la víctima) está para ser tratada mal.
Es un círculo del cual se sale con cautela, hablando con personas que conozcan del tema y no pasando de víctima a victimario. Nada justifica el maltrato, sea en el ámbito que sea. |