El eje temático del seminario fue el paisajismo sustentable; la necesidad de que la vegetación esté adaptada al suelo y al clima del lugar, de manera que no demande grandes esfuerzos de mantenimiento y se conserve un bien cada vez más escaso como el agua; la importancia de indagar la fisonomía del lugar para intervenir, potenciando lo estéticamente destacable, sin desnaturalizarla. Todos los enfoques convergieron en la necesidad de rescatar y cultivar la flora nativa de cada sitio como la mejor forma de conservarla.
En la primera jornada, disertaron Amalia Robredo, paisajista que ha creado numerosas praderas de estética natural. Miguel Ángel Munno y José María Meninni hablaron sobre flora nativa y la importancia de proteger los ambientes naturales para que las plantas autóctonas puedan conservarse in situ, potenciando, así, su biodiversidad y preservando a la fauna asociada a ellas. Y destacaron también el rol que les cabe a los viveristas de cada zona de reproducirlas, para que haya disposición en el mercado local. Hernán Marquéz se refirió al caleidoscópico mundo de las mariposas y a cómo crear un jardín con plantas hospedantes, que las atraigan y alimenten desde orugas a adultos. Marcela Sánchez disertó sobre orquídeas nativas.
Durante el segundo día, el equipo interdisciplinario que participó en la creación del bioparque Temaikén —coorganizador y lugar del encuentro— describió su experiencia de trabajar en un grupo de especialistas tan numeroso y de orientaciones diversas. Aciertos y dificultades se expusieron amenamente, y muchas de ellas fueron extrapolables a otras circunstancias: el inconveniente que fuerza la solución eficaz que no se habría imaginado en otra circunstancia, la comunicación y paciencia mutua que deben propiciarse los profesionales que trabajan juntos, pero a la vez tienen un foco de mira diverso.
Luego del almuerzo, la paisajista Piti Navajas llevó a la audiencia entrañablemente a La Pampa, su lugar de residencia. Contó que luego de innumerables esfuerzos por crear jardines llenos de flores, se rindió y, en ese momento, encontró el verdadero espíritu del lugar, los silencios, los brillos de la vegetación, las tonalidades que trae la seca. El cielo y la luz del sol como protagonistas con variaciones inagotables sobre la vegetación
—autóctona o no—, pero profundamente adaptada al lugar.
Como cierre, habló Rubén Oliva sobre la cruda e indisimulable realidad del cambio climático global y las pequeñas acciones zonales que se imponen, por ejemplo, el mantenimiento de los hábitats naturales.
Al día siguiente de concluido el seminario, se desarrolló una encantadora jornada de cortesía, que consistió en recorrer el parque con la guía de los especialistas de cada sector. |