Hace alrededor de 30 años, cuando empecé a estudiar el tema sustratos para plantas en contenedores, un productor me dijo: El sustrato no es un problema para nosotros, cada vivero tiene sus fórmulas secretas y nadie las quiere cambiar.
Durante los años siguientes, se produjeron grandes progresos en la tecnología de producción, como, por ejemplo, los nuevos modelos de invernaderos, las lámparas especiales para control del fotoperíodo y complementación de la luz natural, los modernos sistemas de cultivo con variadas formas de fertilización e irrigación, y los procesos automatizados para reducir el trabajo y el tiempo de producción. Y todo ese desarrollo contribuyó para acabar con la seguridad de nuestras "certezas". Lo que se conocía antiguamente ahora ya no valía. Se expandió el nivel del conocimiento general sobre nutrición, crecimiento y florecimiento de los vegetales.
Algunos conceptos cambiaron drásticamente. Hoy se conoce la importancia del sustrato sobre el valor de comercialización de las plantas ornamentales y de los plantines forestales, frutales o de tabaco. La importancia del sustrato en un cultivo que se desarrolla en recipientes (macetas) es comparable a la importancia del suelo cuando el cultivo se realiza en el campo.
Alrededor de 1980, había pocos sustratos industrializados y eran hechos, básicamente, con turbas de esfagno (de Alemania o de Canadá). Eso ocurría en Europa y en los Estados Unidos. Actualmente, el tema es un moderno segmento profesionalizado de agronegocio; hay muchas fábricas y las mezclas utilizan componentes nuevos, como cáscaras de árboles y fibras de coco.
Quizá hoy más que en el pasado, los productores de plantas procuran reducir los costos de producción. Cuando compran sustratos comerciales, es para usarlos en los cultivos con alta rentabilidad económica. Para aquellos cultivos de menor retorno, generalmente se usan mezclas propias elaboradas a partir de materiales disponibles en la finca o en los alrededores. Un sustrato de calidad se forma por la mezcla de dos o más componentes. Y cuando faltan los componentes ya conocidos, empiezan las dudas: ¿qué mezclar?
Para evitar errores en la preparación de sustratos, es necesario tener en cuenta que cada componente usado contribuye activamente para lograr la calidad final de la mezcla. ¡Un material de baja calidad no mejora cuando es mezclado! Así, antes de seleccionar los materiales hay que conocer, por lo menos, sus propiedades básicas, como por ejemplo, densidad, valor de pH, salinidad y economía hídrica (capacidad de retención y de liberación de agua).
A partir de estos datos, se buscan los componentes compatibles que van a mejorar las propiedades para que la mezcla final alcance los valores deseables. La selección de residuos u otros materiales, solamente sobre la base de la disponibilidad o el bajo costo, sin antes haber verificado su calidad, es peligrosa y puede causar pérdidas irreparables en tiempo y dinero. |