FLORICULTURA INTERNACIONAL |
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Rosa Dotta Ruiz, del staff de Economía & Viveros, viajó a Francia, en mayo, y comparte su visión sobre cómo se vive allí el consumo de plantas y flores.
Pocas ciudades en el mundo tientan tanto a la escritura como París. ¿Qué no se ha dicho de ella? Quizá, envalentonados por ese hecho, intentamos nosotros también encontrar la palabra que rememore la imagen y el color de un lugar para el encantamiento.
La visitamos luego del extenso y duro invierno 2010. Y comprobamos que la primavera hermoseó un abril impregnando de colores tanto a los jardines públicos como a los privados, a los extensos canteros de las plazas elegantes y a las pequeñas macetas de los balcones. Nada quedó sin el tono vivaz que otorga un sol esperado y querido, porque —se sabe— se esconderá, esquivo y perezoso, no bien pase el verano. Y será por unos cuantos meses.
Por eso o porque los franceses festejan la vida, es común verlos en primavera transitar con una fragante baguette bajo el brazo, deleitarse con un chocolate, beber su copa de vino al atardecer, mientras disfrutan de la vista callejera en el café de la esquina o, lo que nos ocupa para contarles, canturrear mientras portan un bouquet con un destino que desconocemos.
Como sea, las flores son tan parisinas como el pan o el vino. Y los comercios dedicados a ellas son diversos y concurridos. Los hay desde los más singulares y sofisticados hasta los más sencillos. Todos, bellísimos. Y es posible encontrar tentadores ramos multicolores, incluso, en la feria del barrio o en el supermercado. Por supuesto, estamos hablando, entonces, de que los precios se adaptan a cualquier tipo de presupuesto. El resultado: nadie que precie una flor se queda sin ella.
Por si fuera poco, también se incrementa el comercio floral durante algunas fiestas que, para nosotros, en el Río de la Plata, están alejadas de todo regalo perfumado. Por ejemplo, para el festejo del Día del Trabajador (1 de mayo). Ya a partir de la segunda quincena de abril, los mercados parisinos eligen una góndola bien visible en la que exhiben una nube blanca y perfumada de múltiples plantas de muguet.
Estas flores, especie de lirios pequeños y campesinos, atraen a las amas de casa que hacen sus compras diarias (otra costumbre francesa), pero también a los hombres, que ven una ocasión para galantear. Por una u otra causa, actualmente se comercializan sobre esta fecha los muguets como símbolo de buena suerte y excelente trabajo. Y la gente compra y regala estas pequeñas campanillas blancas, cuyo aroma es base de muchos perfumes. Se dice que la tradición halla sus raíces en el Renacimiento. Habrá, sin dudas, mudado de significado. Pero estamos seguros de que toda ocasión es buena para comprar una flor en París. Y, mejor aún, para recibirla.
Quizá no esté alejado de todas estas razones, estéticas y románticas, el hecho de que los franceses tienen una política de cuidado de los espacios públicos y, por la misma razón, de los jardines. Poseen, también, reglamentaciones a las cuales deben sujetarse las comunas parisinas en cuanto a la parquización y la jardinería. Por supuesto, su correlato son los premios que ganan cuando el esmero se traduce en un cuidado exquisito del entorno. Y la felicidad que les produce a los vecinos transmitir que son quienes mejor cuidan su barrio o su zona.
De esa manera, un simple paseo por las calles de una comuna cualquiera (en este caso, Malakoff) produce un bienestar inigualable: las dulces flores de los almendros y los cerezos coquetean con los lirios blancos y amarillos, y con los tulipanes que crecen por todos lados. La dueña de la florería barrial luce una sonrisa satisfecha mientras confirma que así como nadie dejaría de comprar la diaria baguette (“Nada más triste que un día sin pan”), tampoco se privaría del placer de una flor.
Texto y fotos : Rosa Dotta Ruiz |
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“Flores y lápiz de labios son los productos más vendidos en época de crisis”, señala Roy Hornsveld, mánager de la Oficina Holandesa de Flores. |
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Estas plantas son un complemento clave para la elaboración de arreglos florales. El Instituto de Floricultura (INTA), dedicado a la investigación de nuevas variedades comerciales, presenta las características principales de su multiplicación. Por Gabriela Facciuto y María Julia Pannunzio |
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La agalla de la corona y el moho gris son enfermedades que afectan a las rosáceas. Mientras que la primera es ocasionada por la bacteria Agrobacterium tumefaciens; la segunda es producida por el hongo Botrytis cinerea. Por Eduardo Wright y Marta Rivera |
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Dentro de las realizaciones para dicho festejo, se incluyó el armado de un ramo de flores que se obsequió en nombre del Foro a la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. |
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Con el objetivo de fortalecer el mercado propio e inspirada por los cambios que se están gestando en todo el país, ha creado su Consejo Provincial de Floricultura y Plantas Ornamentales. |
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Del 7 al 9 de mayo se realizó la segunda edición de Buenos Aires en Flor. Participaron de su organización 350 productores, 100 floristas y 50 empleados de la Cooperativa. |
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El Foro de esta provincia proyecta realizar una federación florícola, a fin de agrupar toda la región del Cuyo. Con este objetivo, han creado la Asociación Territorial de Viveristas Ornamentales. |
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Una entrevista al Coordinador del Grupo de Manejo de Cultivos Ornamentales del Instituto de Floricultura (INTA), y Director de la única Maestría en Floricultura de la Argentina. |
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El Centro Argentino de Arquitectos Paisajistas (CAAP) otorgó esta primera edición, correspondiente al ciclo 2009, a la Arq. Marta Marengo de Tapia. |
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Mientras se prepara el lanzamiento de una nueva línea de fertilizantes netamente orgánicos, Marcelo Lazzarini comparte los orígenes de esta empresa y nos habla del trabajo en las turberas de Tierra del Fuego (Argentina). |
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