Mi primer trabajo fue a los 16 años como cadete en una farmacia de Paraná (Entre Ríos). ¡Qué experiencia tan linda! Hoy la recuerdo, luego de más de 30 años, y no lo puedo creer. Esas bicicletas negras, de reparto, pesadas y con el formato para el canasto adelante; ¡no les quiero contar los repartos en las subidas del Paraná y en los días de lluvia!…, era mortífera.
Los años pasaron, y pude concurrir a la universidad sin la necesidad de trabajar, eso sí, no tenía un mango ni para los helados de las salidas. Hice los estudios en los seis años que duraba la carrera de Ciencias Agropecuarias.
Mi primer trabajo, antes de recibirme, fue ad honórem en el equipo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos, en el Proyecto de Fertilización en Lino financiado por el CONICET. Y luego, ya remunerado, estuve haciendo muchísima experiencia en el establecimiento El Desafío, en pleno monte de Entre Ríos. ¿Qué trabajo hice allí? Estuve de encargado, anduve con hacienda, pasturas, cultivos, mucho de a caballo. Lo que más recuerdo de aquel año: las tardecitas en el campo, tan lánguidas y eternas.
Me sirvió de mucho, me gusta mi profesión. En un momento tuve que optar entre el trabajo en la Facultad y la actividad privada en el interior de la provincia. La opción es obvia, ya saben con lo que me quedé, y hoy me siento muy agradecido con la vida, porque yo puedo decir que “mi profesión me apasiona”, y los que me conocen de verdad lo saben. También puedo decir, respecto a mi historia laboral, que “no creo eso que se habla por ahí que si no aprovechas esta oportunidad… perdiste”, para nada; considero que tenemos más posibilidades de las que creemos, sólo debemos estar despiertos para tomarlas.
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