La mutagénesis inducida es una técnica recién revalidada en el mundo, que, junto con el mejoramiento clásico, puede acelerar de manera considerable el proceso de mejora del cultivo.
Representa un proceso a través del cual se generan las mutaciones o los cambios en el material genético. Éstos pueden traducirse en caracteres de interés agronómico, como resistencia a patógenos, tolerancia a estrés hídrico, floración temprana, aumento en el tamaño de la flor, hábito de crecimiento, etc.
La inducción artificial de mutaciones o cambios puede realizarse mediante el uso de mutágenos químicos, como la ázida sódica, el etil-metano-sulfonato, etc.; y/o mutágenos físicos, como los rayos X ó rayos δ, entre otros.
En la actualidad, existe una cantidad de variedades obtenidas, directa o indirectamente, por mutagénesis inducida; cabe mencionar que en 1980 se registraban 225 mutantes, y en el 2008, este número alcanzaba las 3000 variedades.
Por ejemplo, en la Argentina, en el Instituto de Genética Ewald Albert Favret (del INTA Castelar), se han obtenido variedades de arroz, maní y limón, a través del uso de radiación X. Mientras que, por otro lado, en ciertas plantas ornamentales, la técnica también ha sido ampliamente utilizada, y en la actualidad, existen más de 600 cultivares comerciales en géneros como Chrysanthemum, Alstroemeria, Dahlia, Bougainvillea, Rosa, Achimenes, Begonia, Dianthus, Streptocarpus y Rhododendron.
Esta técnica genera la variación del material vegetal durante tiempos relativamente cortos. Esto resulta una ventaja en comparación con otras herramientas de mejora, debido a que, por ejemplo, cualquier modificación en la morfología de la flor puede equivaler a la creación de una nueva variedad para el mercado florícola.
A lo antedicho se le suma la particularidad de que muchas de las plantas ornamentales son de propagación agámica, y por ende, cualquier cambio que se produzca luego del tratamiento mutagénico puede ser fácilmente detectado, seleccionado, monitoreado y conservado en las sucesivas generaciones de propagación.
Desde hace unos años, el Instituto de Floricultura del INTA Castelar trabaja en la mejora de plantas nativas con potencial ornamental y recientemente ha incorporado en sus planes la utilización de radiación X, con el objeto de generar variación en materiales elite que han sido mejorados en condiciones ambientales de la región.
El género Calibrachoa ha sido pionero en este aspecto. Se han aplicado diversas metodologías de radiación X en esquejes enraizados de Calibrachoa y, en todos los casos, se han obtenido resultados favorables. De esta manera, se generaron materiales que poseen un tamaño mayor de la flor, aunque principalmente se obtuvieron formas y colores novedosos, con aptitud ornamental.
A partir de estos logros, nuevos géneros, como Mecardonia y Solidago, están siendo incorporados en un programa de mejora por mutagénesis inducida, con el objeto de generar una mayor gama de colores en las flores. |