San Juan Diego

El Padre Federico Trapaglia presenta la historia de este santo, nombrado patrono de los trabajadores de las flores por el Papa Francisco en 2002, cuando era arzobispo de Buenos Aires. Por Guillermina Capitanich

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San Juan Diego y Guadalupe son una misma realidad, un mismo acontecimiento, comienza explicando el Padre Federico (41) de la parroquia San Juan Diego (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y continúa:

A San Juan Diego, un santo mexicano de origen azteca, se le apareció la virgen de Guadalupe en el año 1531, en el cerro Tepeyac. La virgen le pidió que fuera a ver al obispo para decirle que construyera un templo en ese lugar.

San Juan Diego tenía cincuenta y siete años, era campesino, trabajaba la tierra. No era de clase alta, sino de clase baja, trabajadora. Cuando el obispo escuchó el requerimiento, no le creyó y le pidió un signo. San Juan Diego transmitió este mensaje a la virgen al volver a verla. Ella le respondió: “Ve a la punta del cerro (Tepeyac) y encontrarás el signo”. San Juan Diego subió a la punta del cerro el 12 de diciembre de 1531, otoño, casi invierno, en el hemisferio norte, y encontró flores. Las recogió en su tilma (el poncho nuestro) y se las llevó al obispo. La virgen le había pedido que no se las mostrara a nadie hasta que estuviera delante del obispo. Cuando estuvo frente a él, volcó las flores y, en ese instante, se estampó la imagen de la virgen de Guadalupe en la tilma. El milagro era doble: la imagen de la virgen y las flores en esa época del año. Esto hizo caer de rodillas al obispo, quien, obviamente, le creyó y comenzó a construir el templo en el cerro Tepeyac. Esa tilma está guardada en la Basílica de Guadalupe, en México.

Este es uno de los milagros marianos, uno de los pocos que se conservan materialmente hoy en día. Por ser el primer milagro mariano en el continente americano, se declaró a la virgen de Guadalupe patrona de América.

¿Cómo se designa a San Juan Diego patrono de los floristas?

El 2 de agosto de 2002, el Papa Francisco —cardenal Bergoglio y arzobispo de Buenos Aires en esa época— nombró a San Juan Diego patrono de los trabajadores de las flores.

Lo hizo porque, tres días antes, San Juan Pablo II —el Papa de entonces—, lo había canonizado, es decir, lo había declarado santo. Recogiendo esa celebración tan importante donde se canonizó por primera vez a un aborigen americano, el cardenal Bergoglio, en una iglesia que queda cerca del cementerio de Chacarita, junto con el párroco de esa iglesia, entronizó en la misa una imagen de San Juan Diego y lo declararó patrono de todos los trabajadores de las flores porque el milagro que sucedió con él fue el de las flores.

Recientemente, el Papa Francisco envió saludos a los floristas…

El año pasado me regalaron un pasaje para ir a Italia a ver al Papa. Cuando estaba en Roma, el Papa me dijo: “Acordate de que yo lo nombré patrono de los floristas en 2002”.

Este año junto con un grupo de la parroquia (el Consejo Pastoral Parroquial, COPAPAS) decidimos darle mayor importancia y ponernos en contacto con los trabajadores de las flores, para reflotar lo que había quedado en el olvido y que recién ahora está tomando fuerza. Esto y lo que el Papa Francisco me dijo en Roma hicieron que nosotros tuviésemos la iniciativa de ir al encuentro de todos los trabajadores de las flores.

Hace poco lo presentaron en Expo Flor La Plata, ¿dónde más lo han presentado?

Bueno, de hecho, a raíz de la iniciativa que tomamos con el COPAPAS, yo propuse el tema y pedí que alguien se hiciera cargo. Lo hice por dos motivos: en primer lugar, porque me parece que, como Consejo, es importante que podamos ver y decidir juntos, en lugar de que lo decida solo el párroco o los sacerdotes; es importante que participe también gente de la comunidad. En segundo lugar, pensé: “Si es de Dios, esto va a avanzar; si no, quedará ahí”.

Para cumplir con esta iniciativa, una señora que es miembro del COPAPAS se comunicó por Facebook con la Cámara Argentina de Florerías y una florista de Córdoba la contactó con la presidenta de esta Cámara, la señora María Inés Ilero. De esta manera, logré hablar con la presidenta y nos encontrarnos en la parroquia de San Juan Diego. Ella me dio los datos de un señor del Ministerio de Agricultura de La Nación relacionado con el trabajo de floricultura. Él me invitó a la inauguración de la exposición de flores en La Plata (Buenos Aires), para hacer invocación religiosa, bendecirlos y también llevar la imagen de San Juan Diego, para que acompañara a todos los floricultores y floristas de la exposición.

Cuando fui a La Plata, se acercaron varios grupos —entre ellos los de la Cooperativa Argentina de Floricultores y los de Mercoflor—, y así se fue formando una cadena de conexiones entre floricultores y floristas, que empezaron a enterarse de San Juan Diego.

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