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Por Conrado Pakoca*
Insectos, arañas, hongos, bacterias, virus y alteraciones fisiológicas originadas en el ambiente producen daños que afectan a la planta en diversos grados, incluido, el que tiene como consecuencia producir el cese de todas sus funciones vitales y, consecuentemente, su desintegración. Pero ¿qué es lo que hacen exactamente cada una de estas adversidades? Veamos.
Exceptuando el que pueden producir las condiciones ambientales, el daño siempre resulta de la interacción entre las especies, y esta, necesariamente ocurre a determinado nivel organizacional, y con un objetivo; en su condición de heterótrofos, los organismos producen daño al obtener nutrientes y energía de los tejidos vegetales.
Los insectos y ácaros interactúan a nivel de organismos, y simplemente cortan, se comen, chupan o roen los tejidos de las plantas. Es relativamente sencillo prevenir o detener el daño que producen, ya que es fácil individualizar a los atacantes. Es un problema entre individuos que pertenecen a diferentes reinos: Plantae y Animalia.
Algo más difícil resulta intervenir a favor de la planta en su interacción con los hongos, la complejidad estructural y fisiológica inherente a la naturaleza fúngica determina que la misma sea compleja y ocurra a nivel tisular; los hongos fitopatógenos nacen, viven, se reproducen y multiplican sobre, y dentro, de los tejidos de las plantas, y en ese proceso, los destruyen.
Este también es un problema entre representantes de diferentes reinos, y dadas las diferencias que existen entre Plantae y Fungi, también es posible actuar, afectando únicamente a uno de ellos, los hongos, aunque en estos no siempre es posible establecer los límites que definen al individuo.
Hasta aquí, en esta guerra, todos los organismos que intervienen son eucariotas, es decir, que tienen, o que son, células cuyo ADN se encuentra organizado en el núcleo celular.
El antiguo reino monera, propuesto por Copeland, en 1956, y por Whittaker, en 1969, incluía a los organismos cuyas células no tienen el ADN organizado en un núcleo, por ejemplo, bacterias y rickettsias, estas últimas, similares a las bacterias, pero debido a la naturaleza de su pared celular y membrana citoplasmática, son parásitas intracelulares obligadas.
En este nuevo frente común que por interés comercial hacemos con las plantas, nuestras enemigas, las bacterias fitopatógenas, tal como lo hacen los hongos, cumplen su ciclo o parte de él, sobre o dentro de los tejidos y las células de las plantas, produciendo su desorganización y muerte.
Es más complejo pelear con ellas, ya que son muy eficientes multiplicándose, pero aún hay diferencias que juegan a favor nuestro y permiten desarrollar estrategias de control, dada la disimilitud estructural y funcional que existe entre tejidos vegetales y células bacterianas.
La relación entre plantas, bacterias y hongos no es tan sencilla como en el caso de la que se da entre plantas y animales, y no siempre es una guerra. El grado de complejidad puede ser tal, que determina que no necesariamente la relación sea perjudicial. Existen interacciones íntimas entre plantas y bacterias, y entre plantas y hongos que, lejos de destruir a las plantas, son increíblemente beneficiosas para ellas.
Por último, los enemigos frente a los cuales siempre perdemos, ya que la única forma de ganar la batalla con ellos es no tener que librarla, al evitar su arribo: los virus.
La guerra no se da a nivel de reinos o de dominios, ya que ellos no viven, tal como lo hace el resto de los organismos que hemos considerado aquí. No hay interacción entre organismos. No hay un frente de batalla en el cual se produce el daño, definido por el espacio que ocupan los individuos. Tampoco hay interacción a nivel tisular.
La interacción es a nivel macromolecular y ocurre dentro de las células vegetales, los virus invaden las células, e interfieren la transcripción del ADN, y una vez que toman el control, la célula esta, en vez de transcribir las órdenes de sus propios genes, comienza a replicar al virus, y dependiendo de la naturaleza de este, la célula puede o no cumplir su ciclo como parte del tejido vegetal que integra, afectando de diversas formas a la planta, incluso, el caso extremo en el que, como resultado de haber cesado en su función, se desintegra, ocasionando la consecuente desorganización del tejido del cual formaba parte.
Para eliminar el virus, hay que matar la célula. O intervenir a nivel macromolecular. Algo aún inviable o demasiado complejo -y caro- a nivel comercial. Lo que debe hacerse es evitar la guerra, reduciendo al mínimo la posibilidad de arribo de los virus.
Finalmente, y en su interacción con el medio físico en el cual crece, la planta enfrenta, con una limitada posibilidad de éxito, los desequilibrios que pueden alterar la normal evolución de sus tejidos.
Su nutrición, las condiciones ambientales, y las del medio en que crece y se desarrolla, y el efecto secundario de los compuestos a los cuales la exponemos regularmente librando las otras batallas, está en nuestras manos.
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*Conrado Pakoca (51) es ingeniero agrónomo (Universidad Nacional de La Plata). Cursó la Maestría en Floricultura (UNLZ-INTA), y actualmente, se encuentra trabajando en la tesis acerca de las Bases para un Programa de Mejoramiento en Alstroemeria (IF-INTA). Es asesor técnico de la Cooperativa Argentina de Floricultores, de productores, y de empresas vinculadas a la producción y a la provisión de material de propagación orientado a la producción de flor de corte. Trabajo que, en los últimos 16 años, lo ha llevado a recorrer cultivos y mercados, en diferentes países, como Holanda, Israel, España, Alemania, Bélgica, Francia, Colombia, Ecuador, Brasil y Chile, así como a estudiar los diversos sistemas productivos y el comportamiento de variedades, y su introducción al ámbito productivo local. |
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SENASA: En su oficina de General Rodríguez, comenzó a recibir a los operadores del material de propagación inscriptos en el RENFO. Se atiende lunes, miércoles y viernes, de 9 a 12, en Sarmiento 1180. Quienes deseen mayor información pueden escribir a la técnica Julia Lemes, responsable de la Coordinación de Protección Vegetal: ofrodriguez@senasa.gov.ar |
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Salarios: Pendiente de homologación, la Asociación Argentina de Floricultores y Viveristas ha suscripto con UATRE un acuerdo salarial para el sector florícola de Buenos Aires y La Pampa. El mismo consiste en un 27% dividido en tres tramos del 9% cada uno, con carácter no remunerativo, a ser pagados en junio, agosto y octubre. Dicho aumento se incorporará al sueldo con carácter remunerativo a partir del 1 de enero de 2013. |
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Marketing: La comisión organizadora del proyecto Plantas y Flores Todo el Año está preparando para el 11 de junio la conferencia “Cómo vender más en temporada baja”, que estará a cargo del director ejecutivo de la Asociación Argentina de Marketing. Para obtener un mayor detalle de dicho evento, ingresar a: www.plantasyflores.org.ar |
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