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CIENCIA & ARTE

Los nombres de las plantas

Conoce cómo se utiliza y actualiza el Código Internacional de Nomenclatura Botánica. Además, los orígenes de la taxonomía, el papel de Carlos Linneo y los requisitos para que el nombre científico de una especie vegetal sea aceptado.

Espécimen tipo nomenclatural (Holotipo) de Mecardonia kamogawae Greppi & J.C. Hagiw.

Todas las sociedades, en forma empírica, tienden a clasificar y dar nombre a los organismos vivos que forman parte de su entorno. Sin embargo, a nivel científico, surge la necesidad de unificar criterios, creando un sistema más riguroso de clasificación que exprese los diversos grados de similitud o parentesco entre las especies, evitando también, que dos organismos distintos reciban el mismo nombre. De esta forma, una misma especie puede tener uno o más nombres vulgares, útiles para el habla cotidiana, pero solo un nombre científico válido internacionalmente.

La ciencia que se dedica al estudio de la clasificación de los organismos vivos es la Sistemática. Asimismo, la Taxonomía es la parte de la Sistemática que proporciona los principios y las normas para realizar una clasificación, y crea los nombres sobre la base de un código internacional de nomenclatura para cada disciplina, que en el caso de las plantas es el Código Internacional de Nomenclatura Botánica (CINB).

El objetivo principal de la Nomenclatura es que cada nivel del sistema de clasificación o “taxón” posea solo un nombre correcto y que no haya dos taxones diferentes con el mismo nombre. Cada tanto, los Códigos Internacionales de Nomenclatura son actualizados como resultado de los congresos internacionales que se realizan a tal efecto, dejando sin vigencia las versiones anteriores. Para el caso de la Botánica, el actual es el llamado Código de Viena.

Los orígenes de la taxonomía se remontan a la Edad Media europea, desde entonces, diversos naturalistas plantearon distintos sistemas de clasificación y de nomenclatura. Pero fue recién en el siglo XVIII cuando se definieron las bases de la sistemática y la taxonomía modernas gracias al naturalista sueco Carlos Linneo (1707-1778), quien en 1753 publicó su célebre libro Species Plantarum, escrito en latín y compuesto por dos volúmenes, en el que incluyó y clasificó toda la información disponible en su época sobre las plantas.

En ese libro, las plantas conocidas hasta entonces estaban agrupadas en géneros (grupos de especies muy afines de acuerdo con sus características morfológicas); de esta forma y adelantado a su época, Linneo, basado en las afinidades morfológicas, ya estaba agrupando a las especies según sus similitudes genéticas y evolutivas.

En su libro, Linneo da un nombre a cada especie, el cual estaba formado por una pequeña descripción compuesta por doce palabras, en donde la primera palabra siempre era el género. Sin embargo, en los márgenes, seguido al nombre polinomial de cada especie, Linneo escribió una palabra más. Esta palabra, combinada con la primera palabra del nombre polinomial, formaba un nombre más práctico debido a que era más corto y fácil de recordar.

Los botánicos de la época, rápidamente empezaron a utilizar este nombre corto para nombrar a las plantas, siendo así como comienza a ser aceptada la nomenclatura binomial.

De esta forma, el nombre de cada especie queda conformado por dos palabras: el nombre del género y el epíteto o nombre específico. El conjunto de ambos es el nombre científico, que permite identificar a cada especie como si tuviera “apellido” y “nombre”.

Las normas del CINB, entre muchas otras cosas, establecen que los nombres científicos deben ser en latín o latinizados y, en los textos, deben resaltarse, para lo cual, actualmente, se hace uso de letra cursiva. Asimismo, el nombre del género debe llevar la primera letra en mayúscula, mientras que el nombre específico debe escribirse completamente en minúscula.

Respecto a la etimología del nombre de una especie, queda a criterio de su autor, pudiendo estar referido a alguna característica de la misma, o bien dedicado a una persona, referido a una zona geográfica, etc. Por ejemplo: Geoffroea decorticans, en el cual el género “Geoffroea” está dedicado al botánico francés Claude Joseph Geoffroy (1685-1752), y el epíteto específico “decorticans” hace referencia al desprendimiento natural de la corteza que caracteriza a esta especie.

Por otro lado, el nombre del género puede ser común a dos o más especies afines, por ejemplo: Calibrachoa humilis y Calibrachoa longistyla. Por su parte, el epíteto específico puede coincidir para especies de distintos géneros, por ejemplo: Acacia gilliesii y Caesalpinia gilliesii. Generalmente, al lado del nombre binomial, se escribe el apellido del autor o su abreviatura.

Si la especie en cuestión, posteriormente a su publicación original, es transferida de género, se coloca la sigla del autor original entre paréntesis, seguida por la del autor que haya realizado el cambio nomenclatural, por ejemplo: Calibrachoa pubescens (Spreng.) Stehmann.

Para que el nombre científico de una especie vegetal sea aceptado, debe ser publicado en una revista científica respetando las normas establecidas en el Código Internacional de Nomenclatura Botánica.

La publicación debe incluir una breve diagnosis latina de la especie en cuestión, estableciendo sus principales características morfológicas o bien las que la diferencian de su especie más afín. También debe constar de una descripción general en el idioma que determine el autor o exija la revista. Asimismo, el nombre debe estar representado por un “espécimen tipo nomenclatural” que debe estar depositado en un herbario accesible para los investigadores, aunque también se pueden aceptar ilustraciones.

Al espécimen tipo utilizado en la publicación original se lo llama “holotipo”. Si el holotipo se pierde, como ha ocurrido con los tipos de numerosas especies que estaban depositados en el herbario de Berlín, el cual fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial, se puede usar como tipo nomenclatural a otro espécimen del material originalmente analizado por el autor, al cual se lo llama “lectotipo”. En caso de que nada del material original subsista, se puede colectar un nuevo espécimen y designarlo como “neotipo”.

El Código Internacional de Nomenclatura Botánica estableció la fecha de publicación de la obra de Linneo, Species Plantarum (1753), como el año de partida para la nomenclatura botánica moderna, dejando sin efecto todos aquellos nombres de plantas publicados antes de esa fecha.

Si bien la nomenclatura binomial fue utilizada en formas variadas antes de Linneo, fue recién a partir de las obras linneanas que su uso comienza a generalizarse para establecer la clasificación y los nombres científicos de los seres vivos, tanto actuales como extintos.

Se conoce una frase de Linneo, que nos permite interpretar claramente su pensamiento: Si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas.

Texto y foto: Ing. Agr. Julián A. Greppi


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Investigaciones

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Análisis del pensamiento del artista floral

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