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Agua

Por Conrado Pakoca*

La productividad de un cultivo está estrechamente relacionada con la disponibilidad de agua, ya que una condición que limita esta induce en las plantas determinadas respuestas que afectan su fisiología, metabolismo y morfología.

Tales cambios ocurren como parte de un proceso de adaptación, en el que la especie da prioridad al desarrollo y a la formación de semillas respecto al crecimiento vegetativo, con el objetivo de perpetuarse. La velocidad de la respuesta y la intensidad de las modificaciones que ocurren  son diferentes entre las  especies, influyendo también las  condiciones en las que fueron seleccionados sus genotipos. Se han identificado más de setenta genes involucrados en este proceso.

Algunos de los cambios que se producen son la disminución en la tasa de síntesis de proteínas, disminución en la velocidad de crecimiento y reducción de la transpiración debido al cierre de los estomas, lo cual afecta el intercambio gaseoso y, de tal forma, disminuye la intensidad de la fotosíntesis.

En cultivos ornamentales, esta situación perjudica directamente la calidad del producto. En las flores de corte, el largo y el diámetro del tallo se reducen, al igual que el tamaño de los botones florales. Por otra parte, el estrés hídrico, en condiciones controladas y en determinados cultivos, puede utilizarse para adelantar la fecha de floración y para modificar la arquitectura de la planta.

Las condiciones imperantes en verano, al nivel del mar, con reducida amplitud térmica, altas temperaturas y baja humedad diurna, constituyen una limitante crítica para alcanzar un determinado nivel de calidad, siendo, en ese contexto, la disponibilidad del agua el factor determinante, situación que no siempre es percibida en su real magnitud y manejada adecuadamente.

Es muy frecuente que en tales condiciones, durante una gran parte del día, los cultivos se encuentren en una situación de estrés hídrico, en la cual, no es posible producir fotoasimilados a partir del CO2 (dióxido de carbono) atmosférico debido al cierre estomático, y solo se produce una fotosíntesis mínima, utilizando el CO2  producto de la respiración, sumado a que  por las noches, y  debido a esta, se consumen reservas, viéndose de tal forma afectado el balance energético.

En el transcurso de la evolución, han aparecido especies mucho más eficientes bajo esas condiciones, ya que son capaces de almacenar el CO2 atmosférico en moléculas de ácidos orgánicos durante la noche, y liberarlo para utilizarlo en la fotosíntesis durante el día, cuando los estomas están cerrados preservando el agua en los tejidos. Este metabolismo se llama CAM (Crassulacean Acid Metabolism) y desafortunadamente para nosotros, no está presente en los cultivos de flores de corte.

Controlar la humedad relativa ambiente en el interior de los invernaderos, para prevenir una excesiva transpiración que ocasione el cierre de los estomas, y adecuar el riego al nivel de la evapotranspiración y al del estado fisicoquímico del suelo, asegurando  disponibilidad de agua sin restricción, y de forma continua en las raíces, son dos elementos del manejo de los cultivos, que deberán cumplirse, a efectos de disminuir el impacto negativo de las altas temperaturas sobre la calidad.

Condiciones que, en la gran mayoría de los cultivos de flor de corte, en el cinturón verde, debido a fallas técnicas, o en la disponibilidad y asignación de recursos, no se cumple.

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