El peligro de no producir bienes esenciales y generar una alta huella de carbono en los cultivos florícolas. El concepto de ser local y la importancia de la tecnología. Por Ron van der Ploeg*
El Dr. David Bek, profesor de Economía Sostenible en la Universidad de Coventry (Reino Unido), trabaja en estrecha colaboración con empresarios hortícolas, quienes, según él, no deben perder de vista los riesgos del cambio climático.
El especialista sostiene que la industria necesita reducir las emisiones de carbono a fin de cooperar con el objetivo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas): que la temperatura no suba por encima de los 1,5 °C en un siglo, en lugar de averiguar cómo vivir con él. La mayoría de los científicos están de acuerdo en que el cambio climático es una crisis. Y esta crisis tiene muchas dimensiones en términos de suelo, agua y aire.
El cambio debe ser significativo y no un giro de marketing. Los horticultores tienen que ser conscientes de que el entorno político podría cambiar notablemente en contra de los elementos "no esenciales" con una alta huella de carbono. Un destacado experto en huella de carbono me dijo, sin rodeos, que emplear aviones para trasladar flores alrededor del mundo no era aceptable. La industria debe adelantarse al juego antes de que tales opiniones se apoderen del espacio político.
La horticultura ornamental es un tema más espinoso que la producción de alimentos, ya que se puede debatir si los productos son "esenciales" y, por lo tanto, qué grado de justificación existe para producir impactos negativos sobre el cambio climático. Su opinión es que la industria debe abordar esto de frente y no solo buscar formas de impulsar cadenas de producción y suministro más respetuosas con el medioambiente. Debe promover, realmente, formas de prácticas hortícolas que lo beneficien a este; es decir, la siembra a largo plazo por parte de los consumidores. La industria puede y debe promocionarse como parte de la solución.
Otro punto a considerar es la localidad. El hecho de que algo se haya producido localmente no significa que se haya producido y suministrado de forma sostenible. Las flores cultivadas en invernaderos con calefacción, sistema de riego ineficiente, gran cantidad de fertilizantes y turba, no pueden considerarse sostenibles. Ser local reduce el uso de carbono a través de los viajes y proporciona empleo local. Pero el impacto general puede no ser sostenible, explica.
La tecnología es clave, pero esto no puede suceder de forma aislada. También necesitamos investigación que observe el desarrollo de tecnologías socialmente aceptables y ayude a impulsar comportamientos positivos de parte de los consumidores. De igual manera debemos tener cuidado con las consecuencias no deseadas: los pasos que se toman para mitigar un problema pueden exacerbar otro.
La verdadera sostenibilidad tendría que centrarse en el famoso triple resultado People - Planet - Profit. Si se hace correctamente, debería mejorar el resultado financiero. Reducir el uso de energía equivale a ahorrar costos. Quizá, no de inmediato, debido a las inversiones de capital, pero sí a mediano plazo. He entrevistado a administradores de granjas en Sudáfrica que han quedado gratamente sorprendidos por los ahorros de costos que resultan de las prácticas sostenibles.
Cada vez más gente se molesta cuando observa que algo no se está haciendo de manera sustentable, y los cultivadores y vendedores florícolas que decidan estar a la vanguardia del cambio cosecharán dividendos bastante buenos. La gente quiere sentirse bien con sus elecciones, ¿qué podría ser mejor que un bonito ramo de flores que mejore el día de alguien y, a la vez, haga realmente del mundo un lugar mejor? La industria debe ser audaz.
Sudáfrica
Bek ha trabajado con los productores de protea Fynbloem e Intaba Flowers, de Sudáfrica. Allí ha comprobado que la industria de las flores cortadas del país ha logrado avances muy importantes en la producción sostenible. Una proporción importante de tallos son cosechados en la naturaleza sudafricana. Esto ha sido motivo de preocupación ya que las plantas están bajo presión. Por lo tanto, se han hecho esfuerzos para introducir protocolos de cosecha sustentable y capacitar a los recolectores con el propósito de evitar que se dañen los bancos de semillas. Esta situación generó en dicho país una inquietud mayor a causa de la sostenibilidad dentro de la industria. Por ejemplo, el cobertizo para paquetes de Fynbloem es una estructura extraordinaria, cuidadosamente diseñada para ahorrar energía y agua. La gerencia revisa de manera constante las métricas de sostenibilidad a fin de asegurarse que la mejora sea continua.
* Ron van der Ploeg, editor de la revista FloraCulture International.