Rosales sin virus. Confirman que habrá pies a partir de julio

El principal problema sanitario en la producción de rosales es la presencia de virus, los cuales se transmiten únicamente a través de yemas, estacas, injertos naturales de raíces entre plantas o herramientas durante el manejo productivo. Si no se utilizan materiales sanos, el ciclo de infección se perpetúa y compromete seriamente la calidad final de las plantas, explica Ricardo Heguiabeheri (Téc. en Producción Vegetal Intensiva), del INTA San Pedro.
¿Qué virus son los más comunes?
Los más frecuentes son el Prunus Necrotic Ring Spot Virus (PNRSV) y el Apple Mosaic Virus (ApMV), pero hay otros. Lo preocupante es que los síntomas de estas enfermedades varían según las condiciones climáticas. Y, en mayor medida, son visualizadas cuando la planta se encuentra estresada. Se advierten cuando el daño ya está hecho. Afectan el desarrollo, la floración y la vida útil de la planta.
Los cultivadores, ¿cómo pueden interpretar que los daños que presentan sus rosales son consecuencia de un virus?
Los virus no tienen cura, por eso es muy importante estar atentos a sus síntomas. Uno de los más comunes son la aparición de manchas de distribución muy particular en las hojas; estas lucen como moteadas. Otros síntomas se manifiestan a través de plantas más pequeñas y con menor vigor, además de que se observará cómo el ejemplar se va muriendo lentamente.
¿Propuestas del INTA para enfrentar esta situación?
Junto con la Cámara de Viveristas de San Pedro desarrollamos -en 2022- un protocolo para producir rosales libres de virus. Este protocolo permite ordenar las etapas de producción, asegurar la condición sanitaria, identificar correctamente cada variedad y establecer un sistema de trazabilidad.
¿Cómo impacta este protocolo en la producción diaria de los viveros?
Los productores que lo adoptan ven los beneficios rápidamente. Mejora el prendimiento de las estacas y de los injertos, reduce pérdidas y aumenta la cantidad de plantas logradas por superficie. En definitiva, aumenta la eficiencia y la calidad del producto final.
¿De qué manera se organiza el sistema de lotes dentro del protocolo?
El protocolo define cuatro tipos de lotes: inicial, preincremento, incremento y comercial. En el lote inicial, se testean las plantas madre para verificar que estén libres de virus. De allí se extraen las yemas para formar los lotes de preincremento, que son los que abastecen a los productores que adhieren al protocolo. Luego vienen los lotes de incremento, que cada viverista desarrolla en su campo con plantas madre propias para uso interno. Finalmente, los lotes comerciales son los destinados a la venta.
¿Se realizan controles durante el proceso?
Sí. Hay cuatro visitas técnicas durante el ciclo productivo. Se controla la plantación, el prendimiento de los injertos, el estado sanitario y se toman muestras para análisis. Toda esa información se verifica antes de otorgar el sello de calidad Clúster, que identifica que las plantas fueron producidas según el protocolo.
¿Qué beneficios obtiene el comprador?
El comprador accede a una planta identificada por variedad, con etiqueta, foto de la flor y un QR que lleva al catálogo oficial en cumplimiento con la Ley de Semillas N.° 20.247. Además de facilitar la compra, ofrece confianza y transparencia. Desde 2023, ya hay en el mercado plantas disponibles con este sello de calidad.
¿Cuáles son los niveles de adopción de esta iniciativa?
Es un proyecto relativamente joven, pero con muy buena aceptación. Cada año se suman más viveristas -sea por medio de la compra del material o a través de adquirir el material más la suscripción al protocolo para obtener el sello-. Lo impulsa el Clúster Florícola del AMBA y San Pedro -por eso la etiqueta se llama sello de calidad Clúster-, con el apoyo del INTA (todos los estudios de laboratorio se hacen en el INTA San Pedro). A medida que se conoce el producto, la demanda crece.
¿Con qué requisitos debe contar un vivero para participar de este proyecto?
Básicamente, que esté inscripto en el SENASA, el INASE y por supuesto, habilitado para facturar. El material está disponible para todo el sector productivo. Pueden llevar el material y luego acceder o no, al sello de calidad.
Los pies se entregan entre junio y julio (cuando la planta ha perdido sus hojas), y la disponibilidad depende de la demanda y el material que haya. Por otro lado, las variedades de rosales se ofrecen desde mediados de enero y hasta marzo (cuando comienza la época de injerto). Esto depende del clima y de la disponibilidad de yemas.
¿Cuál es el objetivo a mediano plazo?
Queremos reposicionar el rosal de San Pedro como un producto de calidad nacional, con respaldo técnico y sanitario. La idea es sumar cada vez más variedades saneadas: hoy hay 79 variedades, y lograr que la mayor parte de los rosales se produzcan bajo estas normas. Es un paso esencial para fortalecer la competitividad del sector.
Sobre el autor

Economía & Viveros
Anuncios
Glacoxan Conoce su línea orgánica: Bio neem (insecticida y acaricida), Jabón potásico (insecticida y acaricida), Savia (antiestrés). www.glacoxan.com
Cubresuelo Fábrica de hilados y tejidos realizados en monofilamento de polietileno de alta densidad. www.textilkopruch.com
Importación de semillas y bulbos Flores para maceta y de corte, aromáticas, hortalizas. Almácigos, semillas, plugs y bulbos. Arie Sonneveldt
Anuncia aquí
revista@economiayviveros.com.ar


Publicaciones relacionadas

El Guardián de las Orquídeas

Ramos de flores estructurados
