Jorge Baya Casal

El profesional (exsocio de Carlos Tahys) presenta su nuevo estudio de paisajismo y, a la vez, explica las razones que llevaron a que concluyera una sociedad de casi veinte años.

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Economía & Viveros entrevistó al arquitecto Jorge Baya Casal (51) -quien a su vez tiene un posgrado en Paisajismo-, para preguntarle cómo ve el mercado actual de esta profesión y los motivos que llevaron a la disolución de una de las sociedades más importantes de este sector.

¿Cómo surge la idea de abrir tu propio estudio?

En parte fue una respuesta a la realidad económica actual.

Haciendo un poco de historia, todo empezó cuando en 1993, el Ing. Carlos Thays me invitó a trabajar en su Estudio como socio, y desde allí  me aboqué exclusivamente al diseño y la dirección de obra de paisaje.

Con Thays hicimos un equipo de trabajo muy dinámico, que contaba a su vez con la ayuda de otros paisajistas egresados de la carrera de Diseño de Paisaje de la UBA(1). Y realizábamos muchos trabajos  asociados con Isabel Thays, Máximo Vercelli y con Angélica Thays y Ángeles Frers.

Con el tiempo, necesitamos un asesoramiento en lo referente a recursos humanos, para lo cual, Michel Hermans, de la Universidad Austral, nos guió en el paso decisivo a fin de crecer ordenadamente, y ahí ingresó también Candelaria Sackmann,  quien con su eficiencia, nos organizó en todo lo que sea impuestos, números, etc.

Nos tocó trabajar en un período en el que había mucha obra grande, pública y semipública, como las Autopistas del Sol, el Tren de la Costa, parques y plazas públicos, etc. Asimismo, hoteles, restauración histórica de jardines y, en especial, gran cantidad de parques de estancia y jardines privados, con el boom de los countrys, que se dio entre la década de los 90 y en los primeros siete años de 2000.

Pero en este país, ya sabemos que a  los períodos de bonanza económica les siguen otros de recesión. Con Thays, advertíamos que desde mediados de 2011, se producía como un enfriamiento en la generación de nuevos proyectos, pero  mantuvimos el Estudio, con todos los gastos que ello conlleva. Al promediar 2012, Thays me propuso abrir ese espacio laboral  en dos estudios personales, con el fin de poder hacer frente a los gastos, cada vez más elevados, y al trabajo que iba disminuyendo cada vez más.

¿Dónde está ubicado hoy, tu estudio?

A partir de entonces, tengo mi estudio en Beccar, a tres cuadras de la estación; me quedé en San Isidro, cerca de casa y de la Panamericana, que es la salida obligada para atender la clientela. En el nuevo estudio me ayudan Esteban Leis, Luciano Cetro, Juan Navarro e Isabel Reichart -estudiantes de la carrera de Diseño de Paisaje de la Universidad de Buenos Aires-.

¿Qué trabajos estás desarrollando?

Me gusta mucho trabajar en el campo. Ahora estoy desarrollando un Club de Polo en Luján; otro, en el área de Centauros, y un parque de estancia, en Saladillo. Creo que el campo es el lugar en donde se puede desarrollar la grandeza de la espacialidad con árboles  y con vacíos; también nos obliga a ser buenos conocedores del suelo y de las especies rústicas que darán éxito a la plantación  asegurando un crecimiento feliz.

Por otro lado, me atrae mucho el diseño de  jardines privados, porque son los sitios en los cuales se prueba la idoneidad del "jardinero" que es el alma de todo paisajista. Me gusta mucho pensar un jardín; decidir con cautela cada planta, según sea de sol o de sombra, de floración o de follaje, etc. Entiendo que en los jardines se puede hacer una verdadera obra de arte, pero de esas que cobran valor con el paso del tiempo. Me gustan los jardines que responden a las necesidades particulares de los propietarios, porque allí reside la peculiaridad que los hace únicos.

¿Qué otros diseños llaman tu atención?

Hay otro tipo de jardines que podrían llamarse "institucionales", por ejemplo, de oficinas, de hoteles, etc., que tienen su grado de importancia porque requieren la destreza de hacer algo bello con diseño y plantas rústicas de bajo mantenimiento. Recientemente, las normas Leed, aplicadas a este tipo de jardines, nos ayudan a repensar, dentro del marco de la ecología, nuestra actividad y las consecuencias ambientales del paisajismo.

Los jardines de recuperación histórica, también son  de mi interés, porque es una manera de mantener vivo el mensaje  del jardín original con la fragilidad propia de las plantas y el paso del tiempo.

¿Cuáles son, a tu juicio, las necesidades actuales del cliente?

La actividad del paisajista es variada y en esta nueva etapa  veo que a falta de demanda de "diseño" es necesario hacer frente a otras necesidades de la clientela, como la integración entre un buen diseño y una buena organización de la obra con contratistas serios y responsables, ofreciendo un servicio completo, en los que la calidad de los insumos y la calidad de las plantas se constituyan en el objetivo primordial.

Para plantar parques, o diseños que requieran árboles, me gusta elegir personalmente las plantas en los viveros productores para asegurarme el tamaño y  la calidad de la plantas. Para plantar jardines, elijo pedirle las herbáceas a Marcos Peralta Martínez, que se dedica a recorrer viveros y proveer la mejor planta que encuentre en cada uno, y nunca falla.

En base a tu vasta experiencia, ¿qué les dirías a aquellos profesionales que recién se inician en la actividad?

Si bien la recesión se está alargando más de la cuenta, y el mercado no termina de despegar, no perdamos la esperanza de seguir trabajando en lo que nos gusta. Mi  experiencia es que con mercado o sin él, siempre habrá alguien que sueñe con tener un buen jardín, y que para eso estamos los paisajistas, para crear las circunstancias propias de nuestro desarrollo profesional.

(1) Emiliano Fornerón, Fernanda Maida, Mara Sánchez, Sergio Yamada, Marcela Yamasaki, Cecilia Murray, Inés Stewrat, Marcela Augustoni y, hacia los últimos años, se sumaron Guadalupe Pereyra Iraola, Pamela Ortiz, Hernán Lugea, Alexia de Gall y Esteban Leis, junto a Gustavo Herrero y  Luciano Cetro, y Jorge Merro Mc Lean.

Imágenes de nuestra floricultura

La planta escondida