Un vivero donde compra Cristina

Marcela Morgan presenta a Raíces del Sur; y comparte la experiencia de tener en su vivero, como clienta habitual, a la expresidenta y actual vicepresidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

Vivero Raíces del Sur está situado en El Calafate (Santa Cruz), en pleno centro de la ciudad, nos cuenta Marcela Morgan (55), su propietaria. Dedicado a plantas ornamentales, es, además, un paseo.

Esta historia empezó hace veinte años, cuando vivían mis abuelos, cuya casa tenía un jardín muy hermoso que estaba sobre la avenida principal. Cuando llegué a El Calafate (después de recibirme de licenciada en Biología), en el fondo de la propiedad armé el vivero. Así es que el jardín de mis abuelos fue mi mejor vidriera. La vida siguió su curso: se dividió el terreno y el jardín se perdió. No obstante, puedo decir que allí germinó la semilla de Raíces del Sur.

Cuéntanos sobre el mercado de El Calafate.

Comencé en 2002, cuando El Calafate dio un salto, una época de mucho progreso hotelero y turístico, en el que tuvo mucho que ver la creación del aeropuerto internacional. Estaba todo por hacer y las construcciones nuevas necesitaban de un jardín.

¿Cómo te abasteces?

Me proveo de plantas de San Pedro (Buenos Aires): arbustivas, frutales, rosales; de Mendoza: plantas de interior; de Lago Puelo (Chubut): plantines florales y aromáticas; de Trevelin (Chubut): ornamentales y rizomas; de Bariloche (Río Negro): bulbos y nativas.

Con respecto a las plantas nativas, estoy atenta a lo que consigo. Procuro tener la mayor variedad posible de las consideradas plantas del bosque (lenga, ñire, notro, chilco, siete camisas) y plantas de la estepa (calafate, don Diego de la noche, flor de la cuncuna). Siempre en tamaño chico, para que el turista pueda llevar el ejemplar, previa explicación del funcionamiento de las barreras fitosanitarias.

Los visitantes también eligen semillas, no solo de nativas, sino principalmente, de las plantas que se ven en los jardines de esta zona (lupinos, malva real, aquilegias, godetias, alelí). A la vez, yo recibo desde Bariloche las semillas de notro y araucaria. Y recolecto las de las flores locales a medida que van madurando. Siempre pienso en la poca duración de las floraciones que, por suerte, se van sucediendo hasta bien entrado el otoño. La naturaleza se apura en liberar sus semillas para la próxima estación favorable.

¿Cuál es tu mirada sobre el paisaje?

Cuando alguien viene a comprar porque está haciendo una parquización, con el objetivo de brindar ayuda, siempre intento indagar sobre cuál es la idea que tiene. Creo que es importante no transformar abruptamente el paisaje, sino, por el contrario, ir buscando los lugares adecuados para cada planta, tratando de respetar lo que es original de ese ámbito natural. Por ejemplo, no priorizar el césped, dado que el clima de aquí es agreste y tal elección requeriría mucho mantenimiento.

El propósito es tener una visión más amplia sobre la manera en que se puede proyectar el jardín a fin de que no se deteriore como consecuencia de su dificultad de cuidado. Por eso, algunas de las plantas nativas de la zona que sugiero respetar al momento de parquizar son la mata negra, los coirones, las paramelas y los calafates. Finalmente, se trata además, de generar conciencia ambiental.

Háblanos sobre Cristina y las plantas.

Cristina es muy amable y simpática con todos los visitantes del vivero: conversa, se toma fotos; siempre tiene una actitud muy distendida. Hace años que viene al vivero. A veces compra; en ocasiones, no encuentra lo que busca. Además de tener su residencia en El Calafate, la vicepresidenta dice que es su lugar en el mundo. La vicepresidenta tiene un jardín muy logrado, frondoso; personalmente, selecciona las plantas y sabe mucho acerca de ellas. Ha venido buscando ejemplares específicos; primero, a mirar; luego, a preguntar y, finalmente, regresa a comprar. En cuanto a sus preferencias, puedo decir que se inclina por los árboles y arbustos. Hace poco se llevó un copo de nieve, una peonia y dos arbolitos de lila. También suele preguntar por las orquídeas. Tiene gustos muy definidos. Su secretario me contó que, al llegar a su hogar, lo primero que hace es ir al jardín a ver sus plantas.

Para mí, recibirla es muy importante. Me enorgullece ver reflejada a través de su presencia lo que tantos visitantes me transmiten: es un lugar mágico, lleno de vida y belleza, donde el tiempo se detiene, y solo se habla el lenguaje de las plantas. Y todo eso ¡en pleno centro de El Calafate!