Nitrógeno, fósforo y potasio: ¿cuál falta?

El diagnóstico visual de deficiencias nutricionales permite ajustar el manejo. Los principales síntomas de carencia de N, P y K, y su impacto en el crecimiento y desarrollo de las plantas.

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Para desarrollarse, las plantas necesitan nutrientes. Estos pueden ser orgánicos (como el carbono, que toman cuando hacen la fotosíntesis) o inorgánicos. Dentro de este segundo grupo, se encuentran el nitrógeno, el fósforo y el potasio.

A grandes rasgos, podríamos decir que la presencia de nitrógeno (N) es asociada a hojas de un color verde intenso; el fósforo (P), con la formación de raíces; y el potasio (K), con la resistencia a las enfermedades.

Estos tres componentes son denominados macronutrientes, porque son consumidos por las plantas en grandes cantidades. Por otra parte, es importante aclarar que existen los micronutrientes -por ejemplo, el hierro-, necesarios también para la nutrición, pero en menor cuantía.

Deficiencias: cómo reconocerlas

Nitrógeno. En general, su falta comienza a ser evidente cuando las hojas más viejas (adultas) empiezan a ponerse amarillas (clorosis) y se caen antes de resultar necróticas. Sumado a esto, es posible advertir, a veces, una menor cantidad de hojas en las plantas.

  • La escasez de este nutriente podría ser confundida con la necesidad de hierro. Sin embargo, si se observa bien, se notará que, cuando la carencia es de hierro (algo muy común en plantas como el jazmín del Cabo), la clorosis aparece primero en las hojas jóvenes.

Fósforo. En este caso, la sospecha de su carencia lo da el reducido porte de la planta (enanismo): uno de los síntomas de que hay deficiencia de este nutriente. Otra señal del déficit lo manifiesta el follaje. Este, de un color verde intenso, irá virando hacia un tono pardo, a medida que la planta se vaya muriendo.

Potasio. Su deficiencia hace que la raíz esté más susceptible al ataque de patógenos. También, se observan tallos débiles (por ejemplo, las plantas comienzan a estar mucho más sensibles a los vientos). En un gran número de ejemplares, esta carencia va a resultar evidente por la clorosis de las hojas viejas, que, a diferencia del caso en que el déficit es de nitrógeno, luego pasarán a ser necróticas. Otro síntoma de que hay una anomalía de este nutriente lo evidenciará el crecimiento de la planta, que se hace más lento. Luego perderá la turgencia y, finalmente, se marchitará. A su vez, se ha reportado una menor floración y fructificación.

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