Debo reconocer que mi acercamiento a las plantas se inició antes de decidir que estudiaría la carrera de Paisajismo. Mi abuela, que adoraba su quintita, siempre estaba enseñándome cómo cuidar el jardín y la huerta (de la que disfrutaba arreglando sus plantas y consumiendo los frutos obtenidos).
Como no hubo nadie en mi familia a quien le gustara tanto, como a ella, pasar horas en el jardín, me dediqué a cuidárselo cuando ya no podía hacerlo por sus propios medios. Pasó el tiempo, y comenzaron (familiares y amigos) a llamarme para que me ocupara de sus espacios verdes (algunas veces, me pagaban, y otras, tan solo me invitaban a comer).
Así surgió, gracias a la sugerencia de un amigo, la idea de estudiar la carrera de técnica superior en jardinería (en Integral, Instituto de Arquitectura). Y llegó también mi primer trabajo profesional: el diseño de un jardín de diez por quince metros. El proyecto consintió en armar un jardín para que jugaran los nietos de la propietaria del lugar, y salvar el árbol que había plantado su difunto esposo. Así es que, entre planos hechos a mano alzada, fotos y demás, comenzó el proyecto.
Recuerdo que a la mitad del mismo, nos sorprendió una semana de fuertes lluvias, que arruinó todo lo realizado. Como consecuencia, la tarea se atrasó bastante e hizo que tuviéramos que trabajar más rápido ya que teníamos una fecha de entrega: el cumpleaños de la persona que nos había encargado el jardín. No hubo descanso, pero sí una gran alegría al ver que había quedado impecable (logramos entregarlo un día antes de la fecha pautada). Y la clienta quedó muy satisfecha.
Beatriz García (44), paisajista.
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