Mi primer trabajo fue de secretaria, a los 16 años: mi papá tenía un laboratorio de análisis clínicos, y yo lo ayudaba con las planillas de las obras sociales. Más adelante, mientras estudiaba biología, colaboré en un laboratorio de química orgánica: destilaba el aceite esencial de las pequeñas semillas de Solamun argentinum (tenía que pelarlas manualmente hasta completar el volumen de un rollo de fotos, algo muy laborioso).
Me recibí en abril del 1998. Desde entonces, hice un recorrido con idas y vueltas, hasta lograr un balance que me agrada mucho entre la actividad profesional independiente y la académica (que se nutren mutuamente). Al inicio, me dediqué a la ecología vegetal; trabajé con polinización en bosques fragmentados. Luego tuve un vivero y empecé a investigar el cultivo de nativas. Así fui llegando, hacia el 2004, a la maestría de Arquitectura del Paisaje, la cual me permitió abrir la mirada y transitar otros caminos profesionales.
Allí conocí a los que ahora son mis socios en la consultora Plan A, con quienes nos especializamos en la remediación de paisajes. En la universidad, formo parte de un jardín botánico que conserva un relicto de bosque nativo de espinal. Además, también hago consultoría ambiental y, desde hace poco, escribo libros. También participo de diversas capacitaciones. Eso me encanta, porque me permite conocer muchas personas y situaciones diferentes a lo largo del país.
Cecilia Eynard (42), paisajista.
eynard@gmail.com