Roberto Giudici

EXPERIENCIAS De Castelar a Palermo: la historia de un vivero que siempre apostó a crecer. Con visión estratégica y el aporte de nuevas generaciones, una empresa familiar transformó su mudanza en una oportunidad para innovar y multiplicarse.

Roberto Giudici. Foto: gentileza de Vivero Mario

Siempre tuvimos la ambición de crecer en la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 1985, abrimos la primera sucursal de Vivero Mario en la avenida Corrientes, frente al shopping Abasto. Para nosotros fue un paso enorme: después de años en Castelar (AMBA), llegar a la capital significaba acercar nuestra experiencia a un público mucho más amplio.

Con el tiempo, aquel espacio nos fue insuficiente. Veinte años después, conseguimos un terreno en la avenida Scalabrini Ortiz y, en 2005, inauguramos la sede de Palermo. Ese mismo día cerrábamos la de Once. No fue una mudanza común: levantamos un vivero completamente nuevo, con infraestructura moderna, invernaderos con calefacción, humedad y control de clima. Algo inédito en Buenos Aires, en ese momento.

Recuerdo que la planificación nos llevó apenas tres meses. Los desafíos logísticos fueron mínimos: trasladamos estanterías y macetas, pero todo lo demás se construyó desde cero. Nuestro personal nos acompañó en todo momento y, con el tiempo, llegamos a triplicar la cantidad de empleados. Somos cinco hermanos al frente de la empresa. Y la incorporación de nuestros hijos aportó ideas innovadoras como la venta en línea, que abrió un nuevo capítulo en nuestra historia.

El cambio de barrio fue natural: la clientela fiel nos siguió. Además, la nueva ubicación nos facilitó mayor visibilidad, mejor accesibilidad y un entorno más ordenado que el anterior. Esta reubicación fue estratégica. Nos permitió crecer en espacio, organización y proyección. Al mismo tiempo, mantener la calidad y la experiencia que nos distinguen desde la fundación, en 1952, de nuestra casa central en Castelar.

Roberto Giudici (79), socio fundador Vivero Mario.

 

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