Raimundo Lavignolle

EXPERIENCIAS El expresidente del Instituto Nacional de Semillas comparte uno de sus trabajos en ese ámbito de actividad. Aquí, observa: No es lo mismo un Prosopis de Chaco, que uno de Santiago del Estero o uno de La Pampa, aunque puedan ser la misma especie. 

Raimundo Lavignolle. Foto: gentileza del INASE

Desde hace más de cuarenta años, mi carrera profesional se desarrolla en torno a las semillas. Inicialmente, en la calidad de estas. En mi época de estudiante, como ayudante de laboratorio de calidad de semillas de una empresa. Luego, en el Laboratorio Central de Análisis de Semillas del INASE, para más adelante pasar al registro y protección de variedades. De hecho, la mayor parte de mi carrera se desenvolvió en este último tema, con inclusión de los trece años en la Oficina de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV). 

En 2018, en el INASE, posteriormente al intenso trabajo de un equipo técnico, promulgamos la primera normativa sobre especies nativas, Resolución 318/2018. Años más tarde, a mediados del 2023, cuando me desempeñaba dentro de la Coordinación de Relaciones Institucionales, se me solicitó que trabajara en este último tema: especies nativas. 

Lo consideré un verdadero desafío desde todo punto de vista. Distaba bastante de mi especialidad técnica, propiedad intelectual de variedades vegetales. Entonces me pregunté, con una experiencia laboral tan diferente desde el punto de vista técnico como la que tenía, qué podría aportar. 

La realidad siempre nos sorprende, y, en mi caso, fue gratamente. Sin ser experto en especies nativas, me sumergí en un mundo diferente del que había conocido hasta ese momento, pero complejo e inmensamente rico. 

Lo primero que consideré fue que era una buena oportunidad para adquirir nuevos saberes. Y por supuesto que así ocurrió. Me vi obligado a refrescar los conocimientos sobre botánica y ecología aprendidos en la facultad. Y también, a analizar de qué manera nuestra ley de semilla debía ser una herramienta destinada a brindar soluciones a este sector. 

No tardamos en advertir que esa realidad era mucho más amplia que la analizada en un principio, en 2018. Y entonces se modificó la normativa inicial para que aquellas situaciones que no habían quedado debidamente comprendidas pasaran a estarlo. De esa manera, logramos que nuestro accionar (aplicar la Ley de Semillas) fuera la herramienta que asegurara al productor y al usuario de semillas un material de calidad. 

Hubo que considerar “qué significa una semilla de calidad” para el sector. Señalar que el origen del material es siempre fundamental para asegurar las características de este. Por ejemplo, no es lo mismo un Prosopis de Chaco, que uno de Santiago del Estero o uno de La Pampa, aunque puedan ser la misma especie.  Ni hablar si lo que se busca es la recuperación de ambientes nativos. 

Queda mucho por hacer. Sigo aplicando toda mi experiencia y capacidad en esta nueva área de trabajo y continúo aprendiendo como el primer día en que ingresé a un laboratorio de semillas siendo un estudiante de Agronomía, de veinte años. Finalmente, la vida siempre nos premia.

Raimundo Lavignolle (63), ingeniero agrónomo y expresidente del INASE. rlavignolle@inase.gov.ar

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