Orujo de uva: ¿sustrato o mulch?
Conveniencia del uso del orujo de uva: ¿envejecido o compostado? Las ventajas y limitaciones según su tratamiento. Criterios técnicos para emplearlo con seguridad en cultivos florícolas y en jardinería.

El orujo de uva es un subproducto que proviene de las industrias vitivinícolas. Se trata del material que queda una vez prensada la uva, y formado por la semilla, raspa o raspón —residuos de tallitos y pedúnculos que conforman los racimos cosechados—, y la piel. La bibliografía cita un rendimiento de, aproximadamente, 15 – 20 % kg de subproductos por cantidad de material a procesar.
Este subproducto puede ser previamente sometido a diversos procesos industriales, por ejemplo: separar las semillas destinadas a la elaboración de aceite de uva, obtención de azúcares, alcoholes, etc.
Dichos residuos son gruesos, lo que determina que, para ser usado como sustrato, deba realizarse una molienda. A partir de este proceso, habitualmente se obtienen materiales con fuerte predominio de partículas entre 3 y 4 mm, y hay una menor cantidad de partículas de otros tamaños.
Estas características físicas lo convierten en un material con muy buena aireación e ideal para trabajar en contenedores de poca altura (10-15 cm). En caso de utilizarse en contenedores altos, es necesario complementarlo con sustratos que retengan humedad (turbas, tierra de diatomeas, etc.).
Respecto a las características químicas, recién prensado, es un material con un pH ácido y con valores de salinidad bajos. La bibliografía desaconseja usarlo sin compostar previamente, y esto se asocia a la liberación de sustancias fitotóxicas durante la degradación (taninos), presencia de sustancias orgánicas que producen olores atractivos para los insectos y germinación de algunas semillas de vid en los contenedores.
Envejecimiento vs. compostaje
En el proceso de compostaje, observamos que, en la etapa termófila —temperaturas de 50 °C – 65 °C—, se eliminan estas sustancias o sus efectos, de igual forma que se les quita la posibilidad de viabilidad a las semillas presentes.
Hace unos años, se trabajó en el laboratorio de la Universidad de Buenos Aires con un material obtenido del proceso industrial y con pilas que estuvieron a la intemperie por más de un año —ocasionalmente regadas—, sometidas a una pérdida de sustancias solubles y al envejecimiento de las semillas; esto distó de ser un proceso de “compostaje”. De dicho análisis, se obtuvieron los siguientes resultados:
-El compostaje mejora la aireación y estabiliza el material, aumentando el espacio poroso y reduciendo el C/N.
-El material fresco tiene alto contenido de carbono y pH ácido, por lo que no debe usarse directamente.
-El material envejecido mejora, pero no sustituye al compostaje: pierde humedad, reduce densidad y mejora porosidad.
-El material compostado es el más apto para el cultivo, por ser más equilibrado y estable.
- Cambios durante el compostaje
Los datos del material compostado fueron obtenidos de la bibliografía (Bures, S; Sustratos 1997). Si comparamos los datos de las tres columnas, las pilas que se dejaron a la intemperie comienzan a degradarse —actividad microbiana— y exigen riego ocasional.
Son indicadores de estas transformaciones: la disminución de la densidad seca del sustrato y el aumento del espacio poroso total. Las propiedades físico-químicas reflejan la presencia de estos procesos (compostaje) al aumentar el pH y el contenido de sales solubles.
Entre los parámetros químicos, disminuye el contenido de carbono y aumenta el contenido de nitrógeno, disminuyendo la relación C/N. Estos cambios reflejan la presencia de transformaciones químicas aeróbicas —microaerofília: agentes que trabajan en presencia de oxígeno— de las sustancias originales, degradándose a sustancias simples —fuente de energía para agentes fitopatógenos— y formándose sustancias estabilizadas que son de importancia en los sustratos para cultivo de plantas —esqueleto del sistema poroso, retención de nutrientes, reserva de nutrientes para el abastecimiento—.
El proceso de compostaje indudablemente profundiza las transformaciones comentadas en el párrafo anterior, y se obtiene un material pasteurizado y en menor tiempo —sin agentes causantes de enfermedades ni semillas de uva o malezas viables—.
Este proceso exigiría mezclar el orujo molido con algunas sustancias aceleradoras del proceso, ricas en nitrógeno (estiércoles o guanos), y además, pasar del proceso de “pilas estáticas” a “pilas dinámicas”, a fin de favorecer su aireación, riego y volteo, para facilitar los procesos microbianos.
Recomendaciones de uso según tratamiento
Por lo anteriormente comentado, aconsejo que sea usado para el cultivo de plantas con un compostaje previo, en caso de que se pretenda que integre un volumen importante de los contenedores.
En cambio, si se decide usarlo en sustratos combinados con otros productos que mejoren la retención de humedad, se podría emplear directamente a partir de pilas que hayan sufrido un proceso de envejecimiento no menor a un año (precompostaje).
Su uso como mejorador de suelos en actividades de jardinería o a manera de mulch requeriría, de igual forma que lo dicho en el comentario anterior, trabajar con el material a partir de pilas envejecidas.
Queda claro que, en ningún caso, es aconsejable su uso como material fresco.
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