Nutrición de plantas madre. Cuál es la clave para esquejes vigorosos

Detrás de cada propágulo, la ciencia revela cómo el equilibrio mineral define el éxito del enraizamiento. Conductividad eléctrica y suministro de nutrientes en el enraizamiento.

 Foto: Economía & Viveros

En la propagación por esquejes, la obtención de propágulos funcionales depende, en gran medida, de la nutrición mineral de las plantas madre. El régimen de fertilización debe ajustarse según la especie y las condiciones culturales (irradiancia, riego, temperatura, humedad) para favorecer la formación de tejidos juveniles y mejorar la velocidad y eficacia del enraizamiento.

Importancia del estado nutricional de la planta madre

El crecimiento vigoroso de los esquejes en las plantas madre no siempre se traduce en un sistema radicular adventicio de mejor calidad. La nutrición nitrogenada cumple un rol central en la calidad y capacidad de enraizamiento. En general, una relación nitrógeno/potasio (N/K) superior a 1 en el fertilizante ha mostrado resultados positivos en la producción de esquejes con buen desarrollo radicular.

Asimismo, la proporción entre las formas amoniacal y nítrica del nitrógeno (NH₄⁺:NO₃⁻) puede afectar significativamente la calidad fisiológica; niveles elevados de NH₄⁺ tienden a generar tejidos débiles, poco aptos para la propagación. Además, el suministro excesivo de nitrógeno puede alterar la relación interna carbono/nitrógeno (C/N), y reducir la capacidad de enraizamiento.

En los esquejes, las interacciones entre los niveles de carbono y nitrógeno están moduladas por la actividad fotosintética, dependiente de la disponibilidad lumínica en el ambiente de propagación. En este contexto, el sombreado para reducir el estrés térmico puede limitar la irradiancia necesaria para mantener una fotosíntesis activa, y esto compromete la formación de raíces adventicias.

El suministro equilibrado de calcio (Ca) y boro (B) es esencial para la formación de paredes celulares en raíces adventicias. El zinc (Zn) participa en la síntesis de auxinas naturales, promoviendo la iniciación y el desarrollo radicular. Por su parte, aplicaciones moderadas de fósforo (P), en proporciones del 15–20 % respecto al nitrógeno, ayudan a reducir la elongación del tallo, mejorar el vigor de los esquejes y favorecer el enraizamiento.

El manejo nutricional de las plantas madre debe asegurar reservas suficientes para sostener el desarrollo inicial del esqueje. En situaciones de estrés, los nutrientes se redistribuyen desde tejidos maduros hacia zonas de crecimiento activo, como la base del tallo. Si el esqueje no recibe asistencia externa, este costo fisiológico puede comprometer su viabilidad. La disminución de nutrientes se ha asociado a fenómenos de dilución y lixiviación foliar, especialmente bajo sistemas de niebla (mist).

  • Conductividad eléctrica y suministro de nutrientes en el enraizamiento

La conductividad eléctrica (CE) del sustrato también es crítica durante el enraizamiento. Cuando la CE cae por debajo de un umbral mínimo, se recomienda aplicar soluciones nutritivas diluidas (50–75 ppm de N) al observar la formación de callo. Con el inicio del desarrollo radicular, los niveles pueden incrementarse a 75–100 ppm de N. En diversas especies, se ha comprobado que la aplicación foliar de 20 ppm N de una solución completa, durante la emergencia radicular, mejora significativamente la formación de raíces adventicias.

Conclusión

La propagación por esquejes depende del estado nutricional de la planta madre y del ambiente de enraizamiento. Una nutrición equilibrada, adaptada a la especie y etapa del proceso, mejora la eficiencia del enraizamiento al favorecer la disponibilidad de metabolitos clave, y contribuye a la sostenibilidad al reducir pérdidas y optimizar insumos.

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