Consejos de jardinería
Recomendaciones para optimizar riego, luz, poda y fertilización. Un repaso de criterios profesionales para reducir riesgos y mejorar el desarrollo de las plantas en cada época del año.

Riego eficiente según la estación y el clima
– Durante el invierno, las raíces de la mayoría de las plantas disminuyen la absorción de agua debido a la baja actividad enzimática. Por tanto, regar con la misma frecuencia e intensidad que en verano puede provocar encharcamientos y pudriciones radiculares.
– El viento incrementa la transpiración y puede generar estrés hídrico, especialmente si el riego no compensa la pérdida de agua. En ambientes muy secos, se recomienda aumentar la humedad relativa para reducir el gradiente hídrico entre la hoja y el aire.
– Antes de modificar el régimen de riego o de fertilización, es fundamental observar las condiciones ambientales. Las necesidades hídricas varían según la estación y el clima, y lo que resulta adecuado en verano puede ser perjudicial en invierno.
Luz y fotoperiodo: adaptar la ubicación de las plantas
– Cultiva especies adaptadas al fotoperiodo local; es decir, al número de horas de luz diaria. Muchas plantas requieren días largos o, según el caso, cortos, para iniciar la floración.
– Si buscas tener plantas que den flores durante la mayor parte del año, opta por especies de día neutro, que no dependen del fotoperiodo. Un ejemplo frecuente en jardinería es el rosal, aunque algunos factores como la temperatura, el riego y la poda también influyen en su floración.
– No expongas directamente al sol aquellas plantas acostumbradas a la sombra, sin un período de adaptación. Un cambio brusco en la intensidad lumínica puede dañar el aparato fotosintético y provocar necrosis o estrés.
– Las hojas quemadas por exceso de sol presentan necrosis irregular. Esto ocurre cuando la radiación solar supera la capacidad fotosintética de la hoja, y provoca daño celular.
Fertilización inteligente
– El color de las hojas puede indicar carencias nutricionales. El patrón de clorosis —ya sea uniforme o entre nervaduras, y tanto en hojas jóvenes como en viejas— ayuda a identificar el nutriente afectado.
– Aplica fertilizantes por la mañana, cuando las raíces comienzan a absorber agua y nutrientes con la activación de la fotosíntesis. Esto mejora la eficiencia de asimilación.
– No apliques fertilizantes foliares cuando existe riesgo de quemaduras. Por ejemplo, la combinación de altas temperaturas y sol directo puede dañar severamente el follaje.
– Tampoco se recomienda fertilizar si la planta no muestra crecimiento activo. Sin metabolismo funcional, los nutrientes no se asimilan correctamente, lo que puede generar toxicidad o desequilibrios fisiológicos.
Poda y trasplante: recomendaciones necesarias
– Evita podar en forma severa una planta que ya se encuentra estresada. El déficit hídrico, el frío o el calor extremo reducen la capacidad de regenerar tejidos y aumentan el daño.
– Durante el trasplante de especies perennes, minimiza la poda de raíces. Las raíces lesionadas disminuyen su capacidad de absorción, y, por ende, la planta demora en restablecer su equilibrio fisiológico.
Bibliografía: Fundamentos de Fisiología Vegetal, de Joaquín Azcón-Bieto y Manuel Talón.
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