El productor de flores de corte Alfredo Oviedo explica qué lo llevó a mudarse de Escobar a Zárate (Buenos Aires). Una tendencia que, según diferentes informes, va en aumento. Por Leonardo García y Adolfo Paganini
No vengo de familia de floricultores. Comencé a trabajar en floricultura en 1982, por casualidad, comienza recordando Alfredo Oviedo (56), oriundo de la provincia de Corrientes. Esto fue al finalizar la convocatoria del servicio militar. Al no conseguir trabajo en Corrientes, un amigo que trabajaba en esta actividad me consiguió (junto a mi hermano) un lugar para trabajar en un emprendimiento de flor de corte.
Empezamos trabajando en mediería, en un establecimiento de Escobar (Buenos Aires) que, únicamente, dedicaba su actividad a la producción de crisantemo, san Vicente, clavel y clavelina. Después de un tiempo, el dueño del establecimiento nos alquiló toda la superficie (que era de una hectárea de invernaderos). Por eso, estuvimos treinta y cinco años en el mismo lugar, e incluso, tuvimos mucha participación en la Fiesta Nacional de la Flor, en la cual, varias veces, recibimos la primera distinción en la evaluación que se hace de estos productos.
¿A qué se debe la decisión de cultivar clavel y crisantemos?
La elección de estas especies fue simplemente porque aprendimos su manejo como trabajadores y continuamos con lo mismo, conocíamos la propagación, la fertilización y la comercialización.
¿Cómo son los precios de estos productos?
El precio es relativo, depende de muchos factores (como fechas particulares). Para dar un ejemplo, comercializamos un paquete de clavel de ocho docenas a $300, y la docena de crisantemos está a $100. Juntos a nuestros clientes, manejamos los precios del mercado de flores; y ellos nos eligen por el producto fresco y diferenciado que llevamos a cada comercio. Por citar un detalle: nosotros utilizamos papel blanco, que evita que se manchen las flores, como ocurre con otros papeles utilizados en el mercado.
Antiguamente, nuestros clientes venían de Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe, pero al verse modificada la demanda de estos lugares, decidimos armar una cartera de clientes locales y más próximos, para poder entregar nosotros el producto fresco. Estos se concentran en Zárate, Campana y Escobar.
¿Cuál es el plan comercial que tienen?
No tenemos interés en diversificar y con el nivel tecnológico que manejamos estamos conformes. Nuestras expectativas es establecer el cultivo en el nuevo predio ubicado en ruta 193 y construir la cantidad de invernaderos que tenemos hoy en Escobar.
¿Qué decidió la mudanza de Escobar a la nueva zona?
Al fallecer los dueños del predio en el que producíamos en Escobar, los hijos decidieron vender la superficie del cultivo. Al principio, nos ofrecieron su compra, pero es imposible adquirir tierras para producción en la zona de Loma Verde. Por este motivo es que comenzamos la búsqueda, y, con la mitad del dinero que necesitábamos para comprar una hectárea en Escobar, logramos comprar cuatro hectáreas en esta zona. Si bien nosotros no queríamos mudarnos, la situación de venta y las posibilidades para seguir con el cultivo de flores se dieron de esta forma.
¿Cómo ve el sector productor de flores de corte en el país?
En los años que llevo en la actividad, puedo apreciar una disminución de las ventas; hablando con otros colegas creemos que se debe, fundamentalmente, al cambio cultural de las nuevas generaciones, con regalar este tipo de especies, además de que no son flores que se utilicen para decoración de interiores. Por otra parte, creemos que el ingreso de flores de importación para fechas particulares (de mucha demanda) desalienta año a año la producción.
¿Los hijos desean seguir en esta actividad?
Tengo dos hijos, pero por el momento ninguno de ellos seguirá en la actividad. Los dos terminaron el secundario y están estudiando. De todas formas, como padres, nuestra aspiración es que emprendan otro camino, no tan variable y riesgoso como el de esta tarea.
*Ing. Agr. Leonardo Martín García (Inta, EEA San Pedro) e Ing. Agr. Adolfo Paganini (Inta, AER Zárate)