Mabel Stern

Empecé la carrera de Agronomía en 1992. Estudiar esta disciplina fue, para mí, algo completamente natural. Lo más parecido a fluir por entre la selva en galería, donde me crié, a la orilla del río Paraná, con su entorno de flora exuberante, grandes árboles nativos -lapacho, urunday, timbo, entre muchos otros-.

De niña, para llegar a la escuela, desde mi primer grado, debía recorrer cinco kilómetros en bicicleta hasta la ruta. El camino que transitaba estaba siempre cubierto de flores silvestres: vara de oro, iris, burucuyá, verbenas, y otras de variados colores (hoy sé que eran Nierembergias, Calibrochoas, Solidago, Portulacas). Desde muy chica quería saber sus nombres y aprender a cuidarlas. También me preguntaba cómo hacer para compartir esa belleza con otras personas.

Así que, al pasar los años, cuando me propusieron trabajar como asesora técnica de productores ornamentales no dudé un instante en aceptar. De alguna manera, estaba respondiendo a los interrogantes que me planteaba en la infancia. Este fue mi primer trabajo relacionado con el sector florícola (Asesora Técnica en la Dirección de Agricultura Periurbana de la Municipalidad de la Ciudad de Corrientes).

Poder colaborar aportando asistencia técnica, pero hacerlo al mismo tiempo desde el corazón, para que todos fortalezcamos el sector y llegar a más personas con productos ornamentales, me hace sentir que honro mis raíces. Y, hasta casi diría, me permite sentirme una flor silvestre más de este hermoso litoral argentino.