En 2013 egresé de la escuela de diseño de jardines, Pampa Infinita, como paisajista. Anteriormente, durante quince años, fui creativa publicitaria, más precisamente, directora de arte. Una infancia de abuelos bicheros y naturalistas hicieron que heredara la fascinación por el reino animal y vegetal.
Fue inevitable elegir estudiar paisajismo, era donde podía combinar el bagaje de diseño y el amor por la naturaleza. Antes de dejar la publicidad improvisé en la actividad trabajando en los jardines de familiares y amigos. Maté una palmera (todavía me acuerdo), exageré con la cantidad de plantas (aún lo hago). Empecé de esa forma: equivocándome mucho con la gente que me lo permitía. Haber estudiado en Pampa Infinita me dio profesionalismo, un marco de contención y un grupo de pertenencia al que recurrir siempre, y también el lugar en donde seguir estudiando.
A medida que me fui equivocando menos y acertando más, se comenzó a ver el resultado de esos años de diseño combinados con la pasión vegetal y el estudio. Empecé a conseguir cada vez más trabajos, gracias, por sobre todas las cosas, al boca en boca, y un poco por las redes que ayudaban a exponer mi trabajo.
Hoy tengo una columna en revista Jardín, en la que, para ir evangelizando, siempre incluyo la relación entre alguna planta nativa y las especies de mariposas y/o aves que esta atrae.
Agustina Anguita (39), paisajista.
elmaildegogo@gmail.com