La fascinación por lo natural, en especial por las plantas, me acercó a esta profesión y a cursar ingeniería agronómica, en la UBA. Mi primer trabajo (considero como tal a mi primera tarea rentada) fue en el programa Cambio Rural, en Las Toscas (Santa Fe). Estaba recién recibida y acababa de llegar de Buenos Aires.
Así fue que, con Cambio Rural, de los años 90, inicié mi historia profesional de manera innovadora, acompañando a cuarenta mujeres rurales, integradas en cuatro grupos de diferentes localidades. Se trató de algo diferente, ya que la temática mujeres rurales no era habitual en el programa. Y allí inicié el camino de formación en extensión que en la actualidad me define profesionalmente, asesorando técnicamente a este grupo de mujeres a generar un proyecto asociativo: un vivero forestal y ornamental, Mujeres del Yaguareté.
¡Cuántas vivencias, cuántos aprendizajes! Fue una labor de nueve años, capacitando, haciendo experiencias y difundiéndolas, conociendo otras prácticas y costumbres muy enriquecedoras para ellas y para mí. Estas emprendedoras fueron reconocidas a nivel local y regional como productoras forestales. Dicha vivencia, con aciertos y errores, me dejó diversos aprendizajes técnicos pero, sobre todo, en lo que hace al ámbito de extensionista, donde, con claridad, pude interpretar la necesidad de profesionalizar la extensión para facilitar procesos con herramientas y metodologías adecuadas.
En este momento, acompaño a la Cooperativa de Floricultores de Villa Ocampo, viéndome como profesional, con una formación más fuerte, con herramientas adecuadas, tiene, sin duda, la impronta y el aprendizaje de aquel primer trabajo.
Ana Deambrosi (55), ingeniera agrónoma -especialista en Desarrollo Rural- y jefa de la Agencia de Extensión del INTA Las Toscas.
deambrosi.ana@inta.gob.ar