Arbolado urbano

Conoce las funciones del arbolado urbano y algunos aspectos generales que se observarán  al momento de su plantación: Cada municipio dispone de una normativa sobre esta temática, que determina cuáles son los cuidados que deben manejarse. Por Mariana Kameniecki

El arbolado urbano forma parte del patrimonio natural y cultural de cada municipio. Entre las múltiples funciones que los árboles pueden cumplir, podemos mencionar el aporte de oxígeno, la retención de sustancias contaminantes, la fijación de carbono en sus estructuras (recordemos que el dióxido de carbono libre es responsable del efecto invernadero), la amortiguación de sonidos, la regulación de la temperatura y del ciclo del agua. Aportan belleza e identidad al paisaje, y provocan nuestros sentidos a lo largo de las estaciones con sus cambios de follaje y floración, sus formas, sus aromas. Además, los ejemplares bien mantenidos constituyen un recurso paisajístico que puede aumentar el valor de las construcciones aledañas.

No obstante, existen problemáticas relacionadas con el arbolado, que tienen que ver con la elección de especies y su manejo. Debemos considerar que cada una de las especies que forman parte del arbolado pertenece a un ecosistema de origen en el que desarrolla un porte y morfología particulares, vinculado a las condiciones a las cuales se ha adaptado.

Sin embargo, los árboles que son cultivados especialmente para arbolado de alineación requieren una serie de podas de formación a fin de asegurar el crecimiento recto del fuste, el comienzo de la ramificación inferior a 2,20 m de altura y la forma de copa equilibrada. Al manejo en cultivo se le suma una adecuada implantación en una plantera que no debe tener los bordes elevados, para favorecer la absorción del agua de lluvia y en la que pueden coexistir otras plantas que también cumplen funciones de absorción de carbono, regulación del ciclo del agua, etc.

Cada municipio dispone de una normativa sobre esta temática, que determina cuáles son los cuidados que deben manejarse para que los árboles cumplan su función sin interferir con otros elementos urbanísticos: es fundamental realizar las podas correspondientes para despejar señalizaciones, luminarias y circulación. Debido a que se prioriza la conservación de dicha arboleda, la Ley de Arbolado Público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires establece: “Todo proyecto de construcción, reforma edilicia o actividad urbana en general, deberá respetar el arbolado público existente o el lugar reservado para futuras plantaciones”. Dentro de la normativa, se recomienda, además, elegir especies considerando su tamaño final de desarrollo en relación con el ancho de las veredas.

Suelen preferirse especies que pierdan el follaje en invierno, para favorecer la penetración del sol en las veredas y los edificios durante la estación fría. En cuanto al origen de cada especie, son numerosas las ocasiones en las que no se ha considerado que la incorporación de aquellas que no son nativas de nuestra ecorregión provocan disminución de la biodiversidad y pueden tornarse invasoras en áreas naturales. Esto puede suceder tanto con especies provenientes de otros continentes, como con aquellas consideradas autóctonas del país, pero cuya área de distribución natural se encuentra vinculada a otros ecosistemas. En contraposición, la elección de especies nativas de nuestra región favorece la conservación de un ecosistema que se encuentra altamente vulnerado por el avance urbano, provee refugio y alimento a la fauna silvestre, y nos acerca a reconocer en el paisaje cotidiano las características que se relacionan con la identidad cultural de nuestros pueblos originarios.

Para que los árboles de nuestra ciudad constituyan un recurso de valor paisajístico y ecológico, es fundamental contar con un plan de arbolado que realice monitoreos constantes del estado y el desarrollo de cada uno de los ejemplares implantados con el objetivo de proyectar el crecimiento de manera preventiva, para evitar podas de grandes secciones que puedan provocar heridas y detectar problemas fitosanitarios. Además, es necesario que se valore la elección de especies adecuadas, tanto por su forma de crecimiento como por la ecorregión a la cual pertenecen. Asimismo, es muy importante involucrar a la comunidad en el cuidado de su entorno. Muchas veces son los vecinos quienes se transforman en guardianes de los espacios verdes y comparten las plantas que cultivan en sus casas.

Sin embargo, esto no siempre es apropiado, ya que se plantan especies inadecuadas para el arbolado urbano. El caso más problemático es el de los Ficus benjamina,que alcanzan un desarrollo tal que termina interfiriendo la circulación, rompen las veredas y afectan el crecimiento de otras plantas del entorno. El arbolado urbano, sobre todo con la incorporación de especies nativas, puede constituirse en una excelente oportunidad para que la educación ambiental comience en cada barrio, y fortalezca así el sentido de pertenencia de cada vecino con los ejemplares que formaban parte del paisaje natural.

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