Aspectos generales del riego

En un contexto mundial donde el agua se convierte cada vez más en un recurso escaso, es de fundamental importancia que se aprenda a regar eficientemente. Esto reportará un mayor beneficio económico y, además, permitirá producir en forma más amigable con el medio ambiente.

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En la producción agrícola, la eficiencia en el uso del agua se define como cantidad de materia producida por unidad de agua aplicada, y puede medirse como porcentaje de agua que efectivamente se utiliza en la producción —mientras que el resto se pierde por percolación, escorrentía o evaporación—.

El sistema de riego es la forma en la que se hace llegar el agua desde la fuente (pozo, laguna, embalse, etc.) hasta el lugar de utilización (la planta), y se compone de cuatro facetas: el suelo o sustrato, el agua propiamente dicha, el cultivo y el método de riego.

A fin de seleccionar las prácticas de manejo de riego más adecuadas, deben conocerse los suelos, y estos pueden caracterizarse por medio de sus atributos físicos y químicos. El agua también tiene atributos característicos, además de las propiedades físico-químicas (calidad), debería cuantificarse su disponibilidad (cantidad).

A su vez, las diferentes especies de plantas tienen requerimientos hídricos distintos; por lo tanto, es de gran importancia el conocimiento de cada uno de ellos a fin de aportar, en cada caso, la cantidad adecuada, ni más ni menos.

Métodos de riego

Aunque los métodos de riego son muy diversos, pueden dividirse en dos grandes grupos, como son: el riego por gravedad y el riego presurizado. Para que el sistema de riego funcione, hace falta un quinto elemento, que se ubica en el centro de estas cuatro facetas: es el manejo agronómico, que integra la toma de decisiones relativas a cada una de las cuatro facetas, e incluye, entre otras cosas, la selección del método de riego y el diseño del sistema.

Ser eficiente en el uso del agua supone tomar decisiones acertadas en cuanto al sistema de riego. Al respecto, los métodos por gravedad son los menos eficientes, dado que una gran cantidad del agua aplicada se pierde antes de llegar al lugar de utilización.

El riego por surcos mejora la eficiencia, porque disminuye el área mojada. Sin embargo, sin un correcto diseño, puede acarrear problemas de falta de uniformidad, como así también, de erosión. En términos generales, la eficiencia varía entre un 15 y un 50 %.

La incorporación de equipos de riego presurizado, donde el agua es impulsada a través de la red de riego por una bomba, permitió mejorar sensiblemente la eficiencia de aplicación; por un lado, porque se redujo enormemente la posibilidad de pérdidas previas a la llegada a las plantas, y por otro, porque al poder controlar con mucha mayor precisión la cantidad de agua aplicada y su distribución uniforme, se asegura que todas las plantas del lote reciban el mismo volumen.

Aún así, los beneficios de la incorporación del riego presurizado quedan supeditados a un buen diseño del sistema, esto es: asegurar que las condiciones de presión y caudal a lo largo de toda la red de riego sean las adecuadas, a fin de que todos los emisores apliquen la misma cantidad de agua. El estudio previo del lote y su topografía, así como de las distancias y de los requerimientos hídricos, son tareas previas imprescindibles para lograr un buen diseño.

Otro factor importante a tener en cuenta es la correcta selección del emisor, por empezar, en términos de caudal, que no debe ser mayor a la capacidad de infiltración del suelo para no causar encharcamientos indeseables.

El espaciamiento entre emisores y la superficie humectada son también puntos a considerar en el momento de realizar el diseño, y ambos tienen relación con la forma y la velocidad con que el agua ingresa al suelo.

En suelos más sueltos el espaciamiento debe ser menor que en suelos arcillosos. En términos generales, los aspersores trabajan con mayor presión y caudal, humectan una gran superficie, pero tienen mayores problemas de deriva por el viento y de falta de uniformidad ante variaciones imprevistas. Su eficiencia varía entre el 60 y el 80%.

Los goteros están en el otro extremo, ya que en comparación trabajan con baja presión y caudal, y  humectan una pequeña superficie, pero son el método de riego más eficiente, superando el 90%.

La decisión de cuál emisor utilizar, sin embargo, dependerá también de otros factores como son: la superficie a regar, el cultivo a campo o en invernadero, el cultivo en suelo o en macetas, el tipo de suelo, el clima, etc.

La eficiencia del riego en cultivos ornamentales dependerá de varios y diversos factores, pero todos ellos deberían estar bajo la mirada y el control de un profesional o de una persona idónea, capaz de combinar adecuadamente los mismos a fin de obtener óptimos resultados.

Texto: Ing. Agr. Gabriel A. Lorenzo (Universidad de Buenos Aires)
Foto: Economía & Viveros

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