Una introducción al cultivo de estas plantas y qué ejemplares conviene elegir. Cómo ir trabajándolo y su paso a paso. Además: los cuidados básicos que necesitan para un óptimo desarrollo.
El bonsái es una planta ornamental que, sometida a diferentes técnicas de cuidado (como la poda y el alambrado), se cultiva controlando su desarrollo a fin de reducir el crecimiento y, a la vez, procurando que el ejemplar mantenga su forma natural.
Dentro de las características comunes que deben cumplir estas plantas (además de los requisitos, como por ejemplo, ser sanas y adaptables a la zona), está la de poseer una ramificación adecuada al diseño para dicha especie y un tronco armónico.
También, se preferirán aquellos ejemplares que tengan flor y fruto pequeño, porque si bien es posible (con la técnica adecuada para la especie) reducir el tamaño de las hojas, las flores y los frutos mantendrán la dimensión original.
Entre los ejemplares recomendados, podemos citar el Juniperus procumbens `Nana´, Pyracantha, Cotoneaster, Gardenia `Kimura´, Liquidambar, Acer.
¿Cómo hacerlo?
En líneas generales, podemos dar las siguientes indicaciones: una vez elegida la planta, se la quita de la maceta y, con las herramientas garra de oso y un pincel, se comienza a sacar de a poco el sustrato hasta llegar a las primeras raíces basales (las raíces gruesas deberán ser cortadas)
Seguidamente y teniendo en cuenta las características del ejemplar y su diseño, se seleccionarán las ramas que se han de eliminar: es muy importante respetar las peculiaridades que podría tener esta planta si se desarrollara naturalmente. Cuando llegamos a este punto, el siguiente paso es alambrar para posicionar la rama según el diseño.
En principio, iniciamos esta tarea por el tronco y luego seguimos por las ramas, para darles la forma deseada. Debemos recordar que la forma de estas debe acompañar al tronco (las espiras de alambre deben tener un ángulo de 45º-no cruzar los alambres-).
Finalmente, se eliminará un tercio de las raíces y del ejemplar (el porcentaje de la quita de raíces y el de la poda deben ser iguales para que se mantenga un equilibrio).
La próxima instancia es muy similar al armado de un macetero: en la base, se colocan rejillas finas y piedras de graduación media a pequeña (para asegurar un buen drenaje); a continuación, se dispone una capa similar de sustrato; se acomoda la planta y se completa el proceso agregando el sustrato en los costados y, con un palillo, se moverá el sustrato para que entre en la raíces y quede bien firme el ejemplar.
Por último, hay que regar abundantemente: se sugiere que el agua tenga una hormona antishock, y se lo deja a media sombra por un tiempo para luego pasarlo al sol directo.
Con respecto al mantenimiento del bonsái, comúnmente se recomienda que no se deje secar por completo el sustrato y que se poden los brotes nuevos hasta el primer par de hojas (cuando hayan aparecido cuatro o seis pares).
Asimismo, se sugiere realizar el abono en primavera y en verano, cada quince días (no hay que llevar a cabo esta tarea antes de la floración o después de la poda de raíces). En relación con los abonos, los especialistas señalan que es preferible su carencia a su sobreabundancia. La poda de raíces y el recambio del sustrato habrán de efectuarse cada dos años.
Agradecemos el asesoramiento técnico de Marita Gurruchaga y Ariel Martínez.