Mayo 2017

ISSN 2346-9323

ECONOMÍA & VIVEROS | Auspicio de la TECNICATURA UNIVERSITARIA EN JARDINERÍA - UBA

Agua magnetizada para el riego del jardín

Cuáles son los efectos que tienen los campos magnéticos en estos tres niveles de acción: el agua, los sistemas porosos y los seres vivos. Además: se informa sobre  los resultados de un ensayo exploratorio basado en la evidencia, analizando el efecto de riego en un jardín, en el que se usó agua magnetizada. Por Héctor Svartz

Desde hace aproximadamente dos o tres décadas, puede verse, en diversos reportes, el efecto del uso de agua de riego magnetizada en la agricultura. En muchos artículos, se cita que se han podido observar resultados satisfactorios en relación con la mayor germinación de semillas, el crecimiento más  rápido y vigoroso de las plantas, y, en consecuencia,  se obtuvieron mayores rendimientos. 

Para poder entender estos efectos, consideraremos algunos conceptos previos sobre la influencia del campo magnético en las moléculas de agua.

Cómo influye un campo magnético sobre partículas cargadas eléctricamente

Albert Einstein, ya en 1905, describió algunos fenómenos particulares, y dijo que todas las partículas que se mueven y están cargadas determinan un fenómeno magnético.

En un material sólido, es dificultoso entender que las partículas estén en movimiento, pero sabemos de la naturaleza vibratoria de la materia en sus tres estados físicos (sólidos, líquidos y gaseosos). Los electrones (subpartículas atómicas) se mueven a través de sus órbitas, y, además, cada electrón puede moverse sobre su propio eje. A este movimiento se lo conoce con el nombre de spin. Este giro puede darse en sentido de las agujas del reloj a manecillas (dextrógiro) o inverso (levógiro). Tal movimiento es el que mayor incidencia tiene en la manifestación de los fenómenos magnéticos. El tipo de giro de los electrones (y cuando son cantidad de ellos) aumenta el campo magnético, siempre que coincidan sus direcciones de giro; en cambio, si giran en forma opuesta, estos se anulan. En la naturaleza, en los diversos átomos que conforman los elementos químicos, estas rotaciones generalmente se anulan entre sí, pero en particular, en el hierro, níquel y cobalto, la coincidencia de los spines hace que estos manifiesten fenómenos magnéticos (elementos con los que se construyen los imanes). 

Una partícula cargada, en reposo, no interacciona con un campo magnético estático, pero si esta se mueve, se hace evidente su carácter magnético. Las partículas en movimiento están sometidas a una “fuerza” que determina un determinado desvío en su comportamiento habitual. Esto implica un cambio en las propiedades de la sustancia que, en su conjunto, forman, por ejemplo, propiedades físicas y fisicoquímicas en el agua. Esta alteración es máxima cuando las partículas se mueven en dirección perpendicular a las líneas del campo magnético. Al presentarse otro tipo de ángulos, esa alteración disminuye y, cuando las partículas cargadas se mueven paralelas a las líneas del campo magnético, la misma desaparece.

Recordemos que el agua es una sustancia polar, a la que se conoce también como un líquido asociado.  Esta característica le confiere algunas propiedades al fluido como son fuerzas de cohesión y fuerzas de adhesión, estas últimas, de mayor intensidad. Este tipo de fuerzas puede ponerse en evidencia a través de las propiedades del agua (p.ej.: viscosidad y tensión superficial). Si las moléculas de agua se someten a un campo magnético, estas cambian su “momento magnético” disminuyendo ese grado de asociatividad, y se forman, en consecuencia, unidades bimoleculares en vez de hexamoleculares, como habitualmente se encuentran. Este comportamiento conlleva una serie de cambios en la sustancia, que son de interés por sus efectos en los procesos de nutrición. 

Para facilitar su entendimiento, consideraremos, en forma ordenada, los efectos que tienen los campos magnéticos en tres niveles de acción: sobre el agua, sobre los sistemas porosos o medios de enraizamiento, y sobre los seres vivos.

  • Sobre el agua

Al inducirse las moléculas de agua a un campo magnético, como ya fue comentado en párrafos anteriores, modifican algunas de sus propiedades físicas y físico-químicas.  Molecularmente, estas sufren un reordenamiento y forman estructuras sencillas, mejorando su movimiento y la solubilización de líquidos y gases. Pueden observarse también cambios leves en su valor de pH y conductividad eléctrica, aumentando en forma leve los mismos. Desde el punto de vista de las propiedades físicas, disminuye su tensión superficial y viscosidad, mejorando la capacidad de penetración del fluido en poros pequeños, lo que, sumado a un aumento en la capacidad solvente de la misma, optimiza el pasaje a través de las membranas y paredes celulares, logrando así una mayor eficiencia en el aprovechamiento del agua y de los nutrientes por parte de las plantas.  Existe una serie de trabajos que citan, además, una mayor eficiencia en el uso del agua por lograr una menor evapotranspiración de los cultivos cuando fueron regados con agua magnetizada respecto al fluido sin tratar. 

  • Sobre los sistemas porosos

En sistemas porosos, ya sea suelos o sustratos para plantas, al ser regados con agua magnetizada, se ve favorecida la relación entre la proporción de poros con agua y poros con aire, traduciéndose en un mejor abastecimiento de fluidos para las plantas. Existe una serie de experiencias que indican una mayor agregación de las partículas en sistemas porosos minerales, por la presencia en la “matriz” de materiales ferros magnéticos o paramagnéticos, garantizando una mayor estabilidad de la red de poros. Por otra parte, al disminuir la tensión superficial y viscosidad del agua, mejora la movilidad del agua y el poder de penetración en poros pequeños, optimizando la capacidad de almacenaje de agua en la zona de la rizósfera. 

  • Sobre los seres vivos

Alrededor de 1800, el Dr. Samuel Hahnemann (1755-1843), padre de la Homeopatía, hizo uso de imanes en tratamientos médicos y observaba la influencia de los campos magnéticos sobre los humores (líquidos) del cuerpo, empleando tres tipos de tratamientos posibles: imanes bipolares, imanes unipolares norte o imanes unipolares sur.  Por otra parte, como ya se ha mencionado, se citan cambios en las respuestas de las plantas regadas con agua magnetizada. Ha mejorado la respuesta en el poder germinativo de las semillas y en la velocidad de germinación. Algunos autores citan que la respuesta depende de la intensidad del campo magnético, orientación de este, frecuencia de aplicación, composición del agua, etc. Se pueden encontrar también citas respecto al efecto del tipo de campo magnético enfrentado al pasar el fluido, y se observan respuestas diferentes en el vegetal según sea el polo norte o el polo sur. Cuando se regaba con aguas sometidas a un campo magnético del polo norte, estas crecían altas y con tallos delgados, y presentaban estructuras elongadas. Cuando se regaba con aguas sometidas a un campo magnético del polo sur, crecían con internodios cortos y tallos gruesos, y se advertía en muchas de ellas un mayor grado comercial. 

Ensayo exploratorio basado en la evidencia, analizando el efecto de riego en un jardín en el que se usó agua magnetizada

Frente a la información contradictoria encontrada respecto al efecto del uso de agua magnetizada al utilizarse como agua de riego en los cultivos, y en correspondencia con la presentación de un problema en un jardín particular, en una casa de un barrio cerrado, se decidió realizar, en una primera etapa, un ensayo exploratorio tratando de recoger evidencia suficiente en relación con este tema.

Antecedentes: se trata de un jardín de unos 450 m2,  en el cual su propietaria, queriendo reproducir en ese sitio un motivo de diseño “pampásico”, deseaba lograr un tapiz herbáceo natural con alta densidad y cobertura de plantas. Le gustaba que en su jardín hubiera algunas nativas herbáceas, como por ejemplo, chilcas, verbenas, cosmos, etc.

Cabe aclarar que para el riego de ese espacio se utilizaba agua de pozo; esta se obtenía a partir del acuífero Puelche, a una profundidad de 65 metros (agua bicarbonatada sódica), y se regaba mediante el uso de ocho circuitos independientes. Este jardín fue construido con algunos detalles de vanguardia, como lo  demuestra la presencia de tubos de drenaje del tipo vertical.

En ese otoño, en correspondencia con el efecto climático de El Niño (ciclo húmedo), hubo intensas precipitaciones, que determinaron un ascenso de la napa freática. Al destapar algunos de los tubos, se observó que la napa freática  formaba una “tabla de agua” a 30 centímetros de la superficie. Esto refleja que en períodos húmedos puede esperarse el reflujo de la napa de agua, alcalinizando los suelos del jardín. En consecuencia, era observable un crecimiento escaso de las plantas, lo que dejaba áreas importantes de suelo desnudo. La presencia del agua alcalina por ascenso se ponía en evidencia con los valores de pH registrados en los suelos; los valores eran de 8 – 8,5. 

La propietaria de la casa, frente a la falta de respuesta de la vegetación en su jardín, había realizado diversas prácticas culturales, entre las que cabe destacar: un relleno con tierra negra, a la que sumó un intenso abonado con productos orgánicos a base de compost de rumen de vaca, sin observar resultado alguno (la vegetación se encontraba raleada). 

Debido a que los valores de pH medidos eran altos, podían advertirse, además, algunas plantas sensibles, con síntomas de clorosis férrica, con zonas amarillas internervales en las hojas.

Por otra parte, como ya fue comentado, se observaba, en algunos sectores del jardín, un importante contenido de humedad a partir de los 20 cm de profundidad; se pensó también en la falta de respuesta por parte de las plantas a causa de la falta de oxígeno en las raíces. 

A partir de la primavera, y registrándose una disminución de las precipitaciones, se incrementó el uso de agua de riego y se indicó realizar la práctica de una enmienda (enyesado para menguar los valores de pH: sulfato de calcio) con una dosis baja, siendo de 10 - 15 kg/ 100 m2; se observó que las plantas con clorosis habían corregido su deficiencia.

A su vez, la propietaria había realizado una siembra con algunas herbáceas, y se observó  respuesta a la práctica de enyesado, pero no era la esperable frente al nivel de abono recibido. En relación con estas consideraciones, y frente a los antecedentes consultados respecto al uso de agua magnetizada, se decidió realizar un ensayo, tal como ya fue comentado.

Teniendo en cuenta la superficie del jardín, se resolvió aplicar dos campos magnéticos en el caño de provisión de agua desde el pozo, con una intensidad magnética de entre 1000 - 2000 Gauss, logrando una agua de tipo unipolar norte. La instalación se hizo sobre fines de diciembre.

A partir de febrero, se dispuso recorrer el jardín con visitas periódicas; entonces, pudo observarse un aumento en el tamaño de las plantas con crecimiento rápido y vigoroso, alta producción de semillas y resiembra natural. De esta forma, fue posible comprobar que el jardín daba una respuesta absolutamente distinta a la encontrada originalmente. 

Luego de este ensayo, quedaron abiertos algunos interrogantes que, si bien fueron respondidos a través de la experiencia internacional y mencionados en párrafos anteriores, formarán parte de nuevas líneas de investigación que se realizarán en la Cátedra de Jardinería, particularmente aplicando esta técnica a la producción de cultivos protegidos. Se piensa poner el acento en el volumen y en la arquitectura de las raíces logradas, así como en poder medir la eficiencia en el uso del agua por parte de los cultivos.

* Ing. Agr. Héctor Svartz, profesor asociado y a cargo de la Cátedra de Jardinería, director de la Tecnicatura Universitaria en Jardinería de la UBA.

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