Conoce por qué estas plantas reaccionan al tacto. Además: dónde hallarlas y cuáles son las más conocidas en la Argentina.
Muchas mimosas (Mimosa) son conocidas -entre otros nombres- como mimosa o vergonzosa, por la particularidad que presentan de reaccionar ante el tacto; son ejemplares que, en general, provocan fascinación. No obstante, es dable señalar que se trata de un grupo de plantas todavía poco conocido. Y, sobre todo, es objeto de hallazgos interesante ya que frecuentemente se descubren nuevas especies en las zonas tropicales y subtropicales de Sudamérica.
La pregunta frecuente en relación con la causa por la cual las mimosas cierran sus hojas al ser tocadas constituye un tópico conversacional del público en el ámbito de los espacios verdes. En estas especies, las hojas están formadas por varios ejes ramificados: pecíolos, raquis primario y secundario (este último sostiene las hojuelas). Estas divisiones tienen en su base un tejido engrosado y oscuro llamado pulvínulo, con células que producen movimiento (células motoras). El movimiento se genera, porque, ante un estímulo externo de las hojas (como un roce físico), se eyecta parte de las sustancias disueltas que almacenan dichas células motoras: el tamaño de estas disminuye y de esta forma las hojas se retraen.
Existen más de quinientas especies de mimosas (con una diversidad que incluye desde árboles hasta plantas herbáceas y rastreras -incluso, con flores de variados colores, como amarillo, rojizo y blanco-); la mayoría de ellas son hallables en América, pero también es posible encontrarlas en África, Asia y Oceanía.
En la Argentina son comunes, ya que crecen más de cincuenta especies nativas, que se distribuyen en el norte y en el centro del país. Se las puede observar siempre en ambientes soleados y suelos rocosos o con buen drenaje. Son muy abundantes en la Mesopotamia; por el sur, llegan hasta Tandil (Sierras de la Ventana) y Balcarce, y, por el oeste, hasta las zonas áridas del monte cuyano. Entre las más conocidas localmente, citamos la carpinchera (Mimosa pigra), la acacia mansa (Mimosa pilulifera) y el maricá o yuquerí (Mimosa bimucronata), especies típicas de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, o el cinqui (Mimosa farinosa), una especie común en los bosques secos chaqueños.
Cómo cuidarlas
En relación con el cuidado básico que requieren estas plantas, deberíamos tener en cuenta que consiste, fundamentalmente, en ubicarlas en suelos fértiles y bien drenados, a pleno sol, y algo muy importante: protegidas de las heladas. Asimismo, se controlará que el riego sea moderado y se evitará que el sustrato se seque. Las mimosas pueden crecer en suelo o en macetas, aunque, debido al importante desarrollo de sus raíces, se recomienda plantarlas en el suelo. En el caso de tener la posibilidad de acceder a sus semillas, hay que recordar que, para que estas germinen, conviene perforar su dura cubierta a través de un raspado muy suave (la temperatura óptima para la germinación oscila entre los veinte y los veinticinco grados centígrados).
Agradecemos el asesoramiento técnico del Dr. Matías Morales (Inta-Conicet).