Por qué es importante su aplicación. Cuáles son las alternativas de control. Qué hacer en un cultivo y qué hacer en un espacio público o un jardín familiar. Por Eduardo Merluzzi*
Actualmente, la importancia del manejo integrado de plagas (MIP) no es cuestionada por ningún especialista en el control de plagas de especies vegetales. Esta estrategia de trabajo busca integrar todas las alternativas disponibles de control y permite tomar decisiones preservando el ambiente y disminuyendo la incidencia de los organismos perjudiciales.
Sin embargo -en la práctica-, para controlar problemas sanitarios se simplifica el trabajo reduciendo las variantes de manejo a la detección y al control con métodos convencionales. Generalmente, se dejan de lado las otras alternativas como son:
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Monitoreo e identificación: medir la plaga a través de la toma de muestras, conocer sus ciclos biológicos y establecer una correcta identificación de aquella y de sus enemigos naturales a fin de que sea posible determinar la necesidad de efectuar el control en el momento oportuno.
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Factores naturales: como los enemigos naturales. Por ejemplo, vaquitas predadoras (como la Cycloneda sanguínea) sobre pulgones o el clima (el frío, el calor o el viento).
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Control biológico: se lleva a cabo utilizando patógenos u organismos animales que actúan como controladores. El ejemplo más conocido es el Bt (Beauveria bassiana) sobre dípteros (moscas) y lepidópteros (polillas y mariposas), o Trichogramma sp. sobre huevos de lepidópteros.
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Medidas físicas: es el caso de la solarización (que permite acumular el calor del sol y posibilita controlar las malezas y los patógenos del suelo); de los espacios refrigerados para conservar vegetales (evita el desarrollo de insectos) y de las barreras vegetales (por ejemplo, las cortinas cortavientos para modificar el ambiente).
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Mecánicas: la limpieza, los cortes y las podas (siempre se realizarán evitando dejar restos vegetales, ya que estos les sirven de refugio o de fuente de alimentación a las plagas).
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Controles legales: cuarentenas y barreras sanitarias (se podrían implementar cada vez que se introducen plantas y/o flores procedentes de otras zonas a un predio), e incorporar plantas o semillas procedentes de viveros que tengan certificación sanitaria.
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Etológicos: uso de trampas, entre las que se encuentran las tarjetas con colores (para pulgones y trips) o las trampas de luz para efectuar el monitoreo y control de una infinidad de insectos.
Las alternativas son muy variadas y no se limitan solo a las mencionadas, ya que, para implementarlas, deberíamos basarnos en el ciclo de las plagas y, a partir de allí, establecer las mejores variantes para su utilización.
Cuando se trata de un cultivo comercial en el que se busca producción y rentabilidad, si se desea aplicar un manejo integrado de plagas, el control debe ser realizado teniendo en cuenta el umbral de daño económico (UDE) y el nivel de daño económico (NDE). El UDE establece el límite para no perder dinero con la aplicación de una medida de control, y el NDE representa la cantidad de plaga que afecta, de manera económica y permanente, la producción. Sobre la base de estos parámetros, se debe decidir la intervención. (Estos conceptos básicos difícilmente son aplicados en toda su dimensión, ya que -por lo general- la simplificación de la tarea prima en la toma de decisión: la relación costo-beneficio productivo es prioritaria).
Por otro lado, en el espacio verde, el aspecto económico no puede ser la prioridad al momento de la toma de decisiones, dado que el objetivo debería ser preservar la calidad del sitio y de quienes lo habitan. En este participan diferentes actores, entre otros, el público en general y los jardineros. La estrategia para el manejo de plagas debería integrar todos los recursos disponibles.
Experiencia
En este sentido y a modo de ejemplo, podemos mencionar el trabajo que se ha venido realizando en el Parque Avellaneda (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) para el control de la vaquita del olmo. Desde hace más de cincuenta años, en nuestro país, esta plaga produce la defoliación temprana y reiterada de las plantas.
El Parque Avellaneda cuenta con más de cien ejemplares de olmos centenarios de unos 25 m de altura. El control convencional fue reemplazado con la participación de los diferentes actores y de la Universidad de Morón (Facultad de Agronomía), que en 2005, se sumó para integrar estos recursos en la búsqueda de alcanzar el manejo de la plaga.
Así, los vecinos y los alumnos del Centro de Capacitación Ambiental monitorean y determinan el momento más adecuado para efectuar los controles. El personal de mantenimiento realiza el “barrido” y el riego en el momento oportuno, en los sectores en donde la plaga está localizada; y el personal de control de plagas lleva a cabo las aplicaciones con productos químicos que solo son suministrados en la base del tronco y al pie de los árboles cuando los otros controles no resultan suficientes.
Con esta simple metodología, se logra mantener el follaje de los olmos y localizar numerosos enemigos naturales de la plaga (entre ellos, entomopatógenos como Beauveria bassiana; vaquitas predadoras, por ejemplo, Cycloneda sanguínea e Hippodamia convergens; y chinches predadoras como Oplomus cruentus y Stiretrus decastigma), que se alimentan de la plaga y colaboran naturalmente en la disminución de esta.
* Ing. Agr. Eduardo Merluzzi, docente de la Tecnicatura en Jardinería de la Universidad de Morón.